Te La Voy a Devolver

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— Hola, preciosa.

Violeta pensó, por un momento, en cerrar la puerta en su cara y llamar a la seguridad del hotel. Sin embargo, le dedicó una sonrisa.

— Hola, pesada — Violeta dijo, cruzándose de brazos. — Has madrugado.

— No quería perderme un solo minuto de estar contigo.

Violeta sonrió, acercándose a Chiara. Apoyó su dedo en la mandíbula de la inglesa, su uña acrílica arañando levemente la piel en su camino hacia su barbilla. La inglesa levantó levemente su cabeza, dándole más espacio para que pudiera seguir arañándola.

— Ah, ¿sí? — Violeta susurró, pegando su cuerpo al de Chiara. La pelinegra tragó saliva. — ¿Por qué no entras, y pasamos una mañana divertida?

Chiara asintió, sus labios entreabiertos. Violeta sonrió, sus hoyuelos marcándose y haciendo que la mirada de la inglesa se fuera a ellos, y agarró su mano. La pelirroja la guió hacia dentro de su habitación, y una vez en su interior, se volvió a pegar a ella.

— ¿Quieres hacerme un favor? — Violeta susurró, mirándola por encima de sus pestañas.

— Claro — Chiara dijo. Su voz sonaba ronca y algo entrecortada; tenía la boca seca.

— Perfecto — Violeta puso sus labios contra el oído de Chiara, y susurró; — Se ha roto el ascensor. Llévame la maleta.

Chiara asintió, poniendo sus manos en su cintura. — Claro, sí — dijo, mirando sus labios. — Lo que quieras.

— Perfecto — Violeta se alejó de ella. — Necesito tomarme un café; te estaré esperando en el hobby. Ten cuidado con la maleta, tiene cosas delicadas dentro.

— ¿La male-? — Chiara miró hacia donde Violeta había apuntado antes de desaparecer, y golpeó su frente. — Tienes que dejar de hacer siempre lo que cualquier chica guapa te pide, Kiki.

Con resignación, la inglesa agarró el asa de la maleta y salió de la habitación, arrastrando tras de sí el equipaje. Cerró la puerta y suspiró; las cosas que hacía por cualquier chica guapa que le sonreía.

Chiara volvió a suspirar cuando se acercó a las escaleras, y vio que estaba en el cuarto piso. Pensó por un momento en buscar el número de teléfono del hotel y llamar a recepción para pedir que alguien subiera a por la maleta, pero sabía que el pobre trabajador que le tocase esa tarea la odiaría de por vida. Con ese pensamiento en la cabeza, comenzó a bajar los escalones.

— Venga, tú puedes — Chiara susurró, cargando con la maleta. Su brazo ardía por el esfuerzo, pero siguió bajando mientras respiraba hondo. — Esto tiene que contar como parte de mi entrenamiento.

Violeta la estaba esperando en el lobby, tomándose un café en la zona de restaurante. Con las gafas de sol puestas, el maquillaje tan exquisito, y la ropa tan bien elegida, a Chiara se le asemejó a una modelo parisina.

Su acento andaluz hizo que se olvidara por completo de Francia.

— Anda que has tardado — dijo, mirándola por encima de sus gafas.

— La maleta pesa mucho — Chiara dijo, sentándose frente a ella en la mesa. Dejó la maleta a un lado, lo más pegada a ella posible para que no molestara a nadie, y suspiró.

— ¿Has bajado por las escaleras? — Violeta preguntó, divertida.

— Sí. Ha sido horrible, gracias por preguntar.

Violeta comenzó a reír, y Chiara la miró sin entender qué era tan gracioso de lo que había pasado hacía escasos minutos.

— ¿Qué? — preguntó, de mala gana.

Blank Space | KiViDonde viven las historias. Descúbrelo ahora