No tenía ganas de despertar, dormí más o menos una hora, o más bien eso quería creerme. ¿Llegué al instituto, con los ojos hinchados de llorar, una incomodidad tremenda al que mi mejor amiga Sara me pregunte "Qué tal?"
—Sara: ¿Clara, y esa cara? ¿Todo bien?
—Clara: ¡Sí! ¿Perfecta, como siempre, porque lo dices?—Sara: Mmm... No creo que justo hoy estés tan "Perfecta como dices"
—Clara: ¿Por qué lo dices?—Sara: Cuando vienes sin las pestañas, sin pintar, es porque te ha pasado algo, te conozco.
—Clara: Ja, ja, ja... Tranquila, hombre, ayer me desvelé por intentar entender los deberes de hoy, tan solo estoy cansada.—Sara: ¿Estás completamente segura de que no me estás mintiendo con lo que dices?
—Clara: Que no, pesada, vamos a clase, no vaya a ser que nos ponga un retraso por tu culpa.Al llegar al aula, sí que sentí que este día iba a ser el de los peores. De primeras vi a Sebas, como siempre sentado en segunda fila al lado del radiador, con el cuaderno abierto de par en par, y atendiendo seriamente a la clase.
Como no, lleguemos 5 minutos tarde, ya sabéis el porqué. Noté como de primeras, al abrir la puerta y ver como cada cabeza de cada alumno se giraba descaradamente para observar quién entraba por la puerta, vi a Sebas. Unos ojos realmente preciosos, verdes, tan verdes, como el jardín de mi casa.
Deslumbraban.
Era increíble imaginar como nuestras miradas se decían mil palabras, pero ninguna se hacía realidad,
al cabo de un rato pude notar algo, un silencio con mil palabras dentro de mi cabeza que decían: "Mírale". Una vez tras otra. Le hice caso, y lo miré.Me estaba mirando, estábamos haciendo contacto visual, llamadme loca, pero duró demasiado, tal vez cinco segundos. Sus ojos verdes me conmovían, y tras largos pensamientos de dudas como "Le gustaré". Me comían la cabeza.
De repente tocó el timbre de cambio de clase, y las miradas desaparecieron con una actitud extraña...
Sebas se levantó de aquella silla verde asquerosa en la que nos obligaban permanecer seis horas sentados. Dio un salto, como agobiado y con ganas de llorar, se lo vi en los ojos.
Rápidamente, salió de clase, dirigiéndose al baño. Sé que esto no lo tendría que haber hecho, pero decidí ir tras él, quería saber realmente que es lo que le pasaba a aquel ser de luz que hacía brillar mi vida cada día, sin que él se diera cuenta de aquello.
Caminé, corrí, lo llamé, grité...
Estaba tirado en el suelo de la entrada al baño, con lágrimas en los ojos y las manos frías, y el cuerpo helado.
Me senté a su lado, y sin ni siquiera haber hablado, me abrazó...
Suspiré y me dijo que era un monstruo, aquella persona con capacidad de amar, y no sentirse amado.
Aquel chico, Sebas, era un monstruo...—Sebas: Soy un monstruo, lo soy y siempre lo seré.
—Clara: ¿Me puedes decir por qué estás diciendo eso? No lo eres.—Sebas: Que vas a saber, si no me conoces.
—Clara: Puede que no te conozca, pero lo que sí tengo claro es que realmente no eres un monstruo.—Sebas: Lo soy. No soy capaz de querer a nadie, a todos les hago daño, incluso a quien no quiero hacérselo. ¿Por qué?
—Clara: Tal vez porque algunas personas no siempre tienen la misma manera de amar que otras, y simplemente tú eres uno de ellos. No por no saber demostrar lo que significa el amor debes de ser odiado. No tiene sentido. Si alguien de verdad te quiere, lo hace para siempre y con todas las consecuencias.
—Sebas: ¿Por qué con tan solo esta frase has logrado que calme este desespero? Sentí que me ahogaba por mis propias lágrimas, eres la primera persona que ha conseguido calmarme en todo lo que llevo de vida. Tus palabras son los sentimientos que no sé expresar...
—Clara: Porque te entiendo, entiendo tu dolor y el hecho de no saber como demostrarle a la gente lo que tu corazón puede llegar a sentir, entiendo que necesites una mano ardiendo para un cuerpo tan helado como el tuyo.-Dije con un nudo en la garganta—.
—Sebas: Gracias por entenderme ¿Clara?
—Clara: Sí, Clara.—Sebas: Lo siento, me tengo que ir...
Desapareció, lo que había soñado por años se hizo realidad en pocos minutos.
Sentí un alivio inmenso al ver que se iba lentamente sin derramar una sola lágrima más. Por primera vez en mi vida, logre sentir orgullosa de mí misma. Lo logré.
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Nuestro camino
RomanceClara, una chica con sentimientos que demostrar. En esta historia busca a alguien ejemplar para empezar a saber amar.