¿Mamá? ➼rodrivan

una cita

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-¿De verdad vez tanto a mí pequeña como tú hija que tu cuerpo respondió a ello?- Rodri tragó saliva como por cuarta vez, sentía su garganta muy seca.

Asintió despacio ante la pregunta del azabache, estaban ahora sentados en el comedor de la casa de Ivan, Melo jugaba en el suelo con unos juguetes.

Mientras que ellos estaban hablando de lo que les habían dicho en el hospital. Ahora Rodri era la madre, no biológica, pero seguía siendo la madre de Melo, una parte de Rodrigo estaba contento con eso, pero su parte racional le gritaba.

¡No había tenido ni una cita con Ivan y ya había llegado reclamando su lugar en su pequeña familia!

Si su vida fuera una película como se llamaría, ¿Madre por accidente?, Sonaba justo como le acababa de suceder.

-¿Que harías si te dijera que me mudaré a otro país y me llevaré a Melo conmigo?- el aire en sus pulmones se detuvo por completo.

Miró al alfa con algo de miedo, estaba serio y con los brazos cruzados sobre su pecho. No podía, Ivan no podía hacerle eso, era su pequeña no podía quitársela.

-¡Te los prohibo, no puedes llevarte a Melo lejos de mí!- no supo en que momento se había levantado de su puesto, golpeando la mesa con sus manos y mostraba sus pequeños colmillos a la defensiva.

-¿Baba?- Melo dejó lo que estaba haciendo para mirar a los mayores, podía sentir el aire de molestía que tenía el castaño, daba algo de miedo verlo molesto, eso nunca sucedía.

Iván por su parte solo sonrió, confundiendo más al petiso.

-Tanto la quieres ¿Eh?, ¿Dónde estuviste antes?, Si te hubiera encontrado quizás mi bichito no hubiera sufrido tanto.- Rodrigo se sintió avergonzado, muy avergonzado, y una parte suya molesta, Iván le había echo una prueba.

-Yo la quiero, no pienses en alejarla de mí.- había formado un laso con Mell, si los separaban ambos iban a sufrir bastante. Ivan solo le sonrió, una sonrisa tranquila y leve.

-No lo haré roro, y tú ya no podrás escapar de mi tampoco, no te dejaré ir.- Rodri se sonrojó ante esa declaración, supo leer entre líneas. Una mano pequeña jaló su ropa y miró hacia abajo, Melo quería subirse a su regazo.

El Omega alzó con cuidado a la pequeña, la sentó en sus piernas y ella giró rápidamente a sus pechos tocando allí, ya era su hora de comer, y desde que empezó a lactar no había tocado sus biberones.

Se alzó la camisa acomodando a la pequeña para que pudiera comer comida y tranquila, Melo dió un ronrroneo complacido mientras succionaba su pezón con ganas.

Rodri sintió como el aroma del alfa azabache se volvía pesado, cargado con un poco de excitación, su boca se hizo agua al oler algo de esa manera. Alzó el rostro para ver al azabache, sus ojos negros eran intensos sobre el, y no se despegaban de sus pechos.

Tragó saliva sintiendo su rostro arder, más que rojo que un tomate maduro. Sabía, en sus estudios sobre los cachorros aprendía de todo ese tipo de cosas, no era un secreto que a los alfas les encantaba la leche materna que daban los omegas.

No sólo su sabor, si no que también era bueno para ellos al ser tan nutritiva, y sus pechos habían crecido un poco más desde la vez en la que Melo tomó leche por primera vez, y no dejaban de producirla.

Quizás podría hacer algo de lo cual se iba arrepentir mucho después, o si no solo moriría de vergüenza.

Alzó bien su camisa mostrando su otro pecho lleno, Ivan abrió los ojos ante eso, era una invitación para que el también pudiera probar. El rostro rojo del petiso se lo podría confirmar, y no quería desaprovechar esa oportunidad, el aroma lo estaba volviendo loco.