Prólogo

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El viento nocturno susurraba entre los árboles del bosque, llevando consigo el eco de antiguos secretos y susurros de magia. En lo más profundo de la oscuridad, donde la luz de la luna apenas se atrevía a penetrar, se encontraba Ethan Blackthorn, un hombre marcado por la sombra de su propio destino.

Con sigilo felino, Ethan avanzaba entre los árboles, su figura envuelta en las sombras como un espectro de la noche. Su mirada fría y penetrante escudriñaba cada rincón en busca de peligro, cada músculo tenso y alerta.

Su misión era clara: proteger a la joven hechicera, Aria Silvermoon, a cualquier costo. Aunque ella no lo supiera, su vida estaba en peligro, amenazada por fuerzas oscuras que acechaban en las sombras.

Sin embargo, protegerla no sería fácil. Desde el momento en que se encontraron, Ethan y Aria chocaron como el fuego y el hielo. Sus personalidades eran opuestas, sus valores divergentes, y sus corazones envueltos en capas de dolor y desconfianza.

Aria, con su cabello plateado como la luna llena y sus ojos brillantes como estrellas, representaba todo lo que Ethan había jurado proteger. Pero también despertaba en él emociones que había enterrado profundamente, sentimientos que lo perturbaban y lo arrastraban hacia un abismo de deseos prohibidos.

Y mientras Ethan se movía entre las sombras, su mente se llenaba de recuerdos del pasado, de las promesas rotas y los secretos oscuros que lo perseguían como sombras en la noche.

De repente, un sonido rompió el silencio de la noche, un grito ahogado que resonó en el aire como un eco de angustia. Sin pensarlo dos veces, Ethan se lanzó hacia adelante, su corazón latiendo con una intensidad que amenazaba con romper su pecho.

Cuando llegó al lugar del sonido, se encontró con Aria, rodeada por una horda de criaturas de pesadilla. Sin dudarlo, Ethan desató su furia sobre ellos, su espada brillando como un rayo de luz en la oscuridad.

Juntos, lucharon contra las fuerzas del mal, cada golpe y cada hechizo entrelazando sus destinos de una manera que ninguno de los dos podría haber imaginado. Y en medio del caos y la batalla, algo comenzó a cambiar entre ellos, algo que desafiaba todas las leyes del universo.

Porque en el calor de la batalla, en la oscuridad de la noche, Ethan y Aria descubrieron que, a pesar de sus diferencias y sus heridas del pasado, estaban destinados a encontrarse, destinados a luchar juntos contra las sombras que amenazaban con consumirlos.

Y mientras el amanecer teñía el cielo de tonos dorados, Ethan y Aria se miraron el uno al otro con una nueva comprensión, una chispa de entendimiento y complicidad que brillaba en sus ojos.

Porque, en un mundo de magia y peligro, donde las sombras acechaban en cada esquina, encontraron en el calor de la batalla el comienzo de un romance improbable, un amor destinado a desafiar todas las probabilidades y brillar más brillante que las estrellas en el cielo nocturno.

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