CAPITÁN AMÉRICA:
EL SOLDADO DEL INVIERNO
Primer Acto de "Soulmate""Puede que mi alma gemela haya muerto, no lo sé. Puede que no tenga alma. ¿Y si te vi anoche en el tren y pasé de largo? ¿Y si nunca te dejé entrar y ahora estás con alguien que sí lo hizo?"
Primera corrección: 20/08/24
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Estado de Nueva York; año 2011 d. C.
Meses tras conocer a Steve Rogers.—Hablando de últimos deseos, de verdad quiero encender un porro con la antorcha olímpica.
Oí a unos pocos metros de mí, interrumpiendo el trance en el que me encontraba y distrayéndome de la agonía que punzaba cada porción de mi cuerpo.
Una sonrisa se desplegó sobre mis labios al escuchar la voz de Wade, todavía respirando y dispuesto a hacerle la vida miserable a Ajax con sus obscenos comentarios. A veces me sorprende su determinación y otras muchas agradezco su coraje para seguir adelante. Porque, incluso en la oscuridad del Taller y con un par de metros de distancia separándonos, él se las arregla para mantener una charla amena cuando no estamos siendo torturados. Por lo general, yo aprovecho mis rondas de fisioterapia para saludarlo e incluso dedicarle un pequeño apretón de manos. Son esos pequeños gestos los que hacen una diferencia; disipan el horror que reina en las cámaras de tortura y salones quirúrgicos. Liberarnos unos segundos de los cinturones que nos sujetan a las camillas y apoyarnos los unos a los otros es más que suficiente para avivar la llama de esperanza que yace en nuestros corazones. Wade lo sabe, canaliza su trauma y sufrimiento a través de chistes morbosos. Yo transformo mi dolor en gestos de amor, no sé cómo sobrevivir sino a esta locura.
—Y pasármelo a mí.
Comentó David en el cubículo contiguo.
—No olvidemos: hacer salto base desnudos con el equipo femenino de básquetbol de Sacramento.
—A este punto, cualquier cosa en mi lista incluiría desnudez en público.
Una risa quejumbrosa se escapó de mi boca en la medida que respondí—: No tienen remedio. Están completamente trastornados.
Hicimos silencio por unos instantes y luego los tres nos sumimos en estrepitosas carcajadas, de tal manera que parecíamos conocer el secreto para la felicidad y la paz eternas. Y en esos pocos instantes, en los cuales nada podía separarnos ni hacernos daño, me di cuenta de que nunca había anhelado vivir tanto como ahora. Pese a las costillas rotas que provocan un silbido en mi respiración, el labio partido, la sangre que se escurre por mi espalda y los dedos fracturados de mis manos, jamás me sentí tan llena de esperanza y fortaleza. Con una determinación incorruptible. Deseaba irme a casa para abrazar a mis padres y decirles lo mucho que los amaba, decirle a Davien que no debería haber escapado ante el terror de regresar al hospital y que no repetiría mis errores.
Cunningham, quien parecía igual de maltratado que Wade, murmuró con voz dolida—: Hacer panqueques de banana para mis hijos.
—Vanessa... —exclamó mi amigo con severidad—. Quiero ver a Vanessa.
El silencio se hizo por unos pocos segundos y cuando intenté hablar para compartir mi último deseo, solo salió un profundo llanto. Quise ahogar el sonido con mis manos, pero me era imposible, así que dejé caer la cabeza hacia adelante y todo el dolor brotó como brea de un pozo. Lloraba por mi familia, por Davien que seguramente me extrañaba y no sabía dónde estaba, por mis padres que no me volverían a ver y probablemente me daban por muerta. Sollozaba, oyendo mi pesar en el eco de la edificación, porque había cometido la peor equivocación de mi vida.
Pero, sobre todo, gritaba de dolor por él. No tenía sentido, ni explicación lógica, pero así era. Sus ojos color azul me persiguen en mis sueños y pesadillas, su sonrisa amable es capaz de calmar los latidos frenéticos de mi corazón y durante las torturas, cuando creo que voy a morir, escuchó su voz envolverme. Mi mente vuela entre recuerdos de Steve a mi lado, de sus manos sosteniéndome contra él y melodías de canciones que no creo haber escuchado. Cuando estoy colgando del techo por medio de cadenas que me destrozan la piel de las muñecas, con el peso de mi propio cuerpo comprimiendo el torso y quitándome el aliento, lo veo recostado contra el marco de la puerta del salón de tortura. Siempre hay una luz detrás de él, luce hermoso y como un sueño, y sé que quiero vivir para hablar con él una vez más.
Dije—: Quiero volver a ver al hombre del museo.
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Captain America's Soulmate
FanficNuma supo que no viviría hasta los cuarenta: la enfermedad se había arraigado con firmeza a su sangre y había debilitado su cuerpo. Comprendió que debía aceptar su destino. Harta de la lástima y la sobreprotección de su familia, decide huir, alejánd...