Yami y Finral están envueltos en un rumor, el cuál trata de que ambos están en algo más que una relación de capitán y miembro. Los Toros negros sabían de este rumor, pero no hicieron sus preguntas para no incomodar y, aparte, apostaban de que ambos...
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Narrador, omnicente.
Era un día resplandeciente, el sol brillaba libremente y era acompañado de las pequeñas nubes. Las calles del reino del Trébol se encontraban llenas por su gente, comprando, comiendo o simplemente paseando, esa era la actividad que realizaban las personas.
Para la orden de los Toros negros, era el día donde recibían su paga y tenían libre el resto de la jornada: Asta, Luck y Magna habían decidido salir juntos nuevamente, Noelle fue a ver de nuevo al evento de canto de su novia Kahono, Vanessa decidió salir sola a beber hasta que se quedará sin dinero cómo de costumbre al igual que Charmy solo que ella lo uso para comer, Grey y Gauche salieron juntos a ver a la pequeña hermana del portador de magia de espejos. Y Gordon, nadie sabía que hacía realmente.
Nuevamente, Finral no tenía a nadie con quién salir. Pero no era problema para él, podría buscar a una bella dama con quién pasar la tarde.
Su mirada, llena de desesperación, buscaba a una mujer bonita para él. Por suerte, la encontró: una chica linda de cabellos negros y lisos, su sonrisa estaba expuesta mientras veía un oso rosado pastel de peluche, sus ojos eran marrones y traía puesto un vestido azul como el cielo, le llegaba hasta abajo de las rodillas. Era perfecta para él.
Abrió un portal, de allí saco una flores azules y lo cerró, se acercó a la chica con una sonrisa coqueta y segura. Al estar frente a frente, inclino su cuerpo y le ofreció el ramo, la mujer miró encantada pero al reconocer el rostro del caballero mágico puso la peor cara.
- ¡No me gusta ser la otra! - Grito mientras giraba todo su cuerpo y corría lejos de él, el cual se encontraba muy confundido.
- ¿Otra? - Murmuró, no entendía con exactitud lo que había sucedido.
Decidió intentar de nuevo, con otra mujer, y había recibido el mismo resultado solo que esta le había pegado en la mejilla. Se sobaba el cachete que tenía roja, y siguió caminando por el reino, no entendía que pasaba y hasta donde sabía él no estaba con una mujer, estaba más solo que un oso.
No quiso volver a intentar, el solo hecho de que otra mujer le pegue tan fuerte como lo hizo esa señorita le aterraba.
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