Capítulo 12

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Siento unos labios que me recorren el borde de la mandíbula y una mano que me acaricia la base de la garganta, sus besos húmedos bajan un par de centímetros encontrándose con mi cuello. Mi piel se eriza e intento girar la cabeza para mirarlo. Sólo me permite hacerlo parcialmente, pero es suficiente para chocarme con esos electrizantes ojos azules. Él me mira desde arriba y desliza su mano desde mi clavícula por todo el camino de mi pecho, acariciándome con las puntas de sus dedos cuando llega a mi abdomen.

La parte baja de mi abdomen se me contrae y un calor sofocante me recorre todo el cuerpo. No puedo apartar mis ojos de los suyos, el desliza su mirada hasta el punto donde me está tocando y desliza unos milímetros más su mano, deteniéndose justo en el borde de la parte de abajo de mi bikini. Vuelve a levantar la mirada hacia mis ojos cuando escucha el jadeo entre cortado que no puedo evitar soltar. Mi centro está ardiendo y él lo sabe. Baja de nuevo los labios hacia mi cuello, donde lame y succiona. Cierro los ojos gimiendo. Me retuerzo desesperada ansiando más, que su mano recorra el último par de centímetros.

—Mason, por favor... —Me da igual suplicar, lo necesito.

—¿Esto es lo que quieres nena?

Introduce lentamente los dedos por el elástico y yo suspiro anticipándome, justo cuando casi ha llegado a rozarme el clítoris, algo me dice que abra los ojos. Ya no tengo a Mason tocándome. Miro a mi alrededor y descubro que aún estamos en el manantial. Ha sido un sueño, me paso la mano por la cara frustrada y desesperada por quitarme el recuerdo de sus manos deslizándose por mi piel.

Giro la cara buscándole, pensando que debe de seguir dormido, pero lo encuentro mirándome intensamente, como si supiera exactamente lo que estaba soñando. Intento actuar con normalidad aun cuando mi corazón va a mil latidos por segundo. Cojo la botella de agua y le doy un trago para refrescarme.

—¿En qué soñabas Edén? —murmura y noto su voz unas octavas más roncas.

—No lo recuerdo. —digo aún sin mirarlo.

—Has dicho mi nombre. —"Tierra trágame"

—No es verdad.

—Has gemido mi nombre...

—Habrá sido una pesadilla. —Ni yo misma me creo, pero espero que él sí.

—Edén, mírame.

—Se está haciendo tarde. —Intento ponerme de pie, pero me agarra del brazo, firme, pero suave.

—Mírame. —demanda.

Nunca lo había escuchado hablar en ese tono, un escalofrío me recorre la piel ante su orden y lo miro a los ojos, él me aguanta la mirada, buscando algo en ella. Su dedo pulgar empieza a trazar círculos en la cara interna de mi brazo, mi piel se eriza por su contacto.

—Cuéntame lo que estabas soñando.

—Deberíamos irnos... —susurro.

Me sostiene la mirada unos segundos más, la baja hasta mis labios y asiente. Una vez lo tenemos todo recogido y Mason ha llevado la manta a su cabaña, por la cual aún siento la curiosidad de ver por dentro, pero hoy no es el momento de hacerlo. No tengo la confianza en mi misma como para meterme entre cuatro paredes con él después del sueño que he tenido.

Descendemos todo el trayecto hasta donde ha aparcado el jeep y una vez se cerciora de que me he puesto el cinturón de seguridad, arranca el coche para llevarnos a casa.

Me remuevo por enésima vez en el asiento, definitivamente estoy incómoda. No nos hemos dicho nada desde hace veinte minutos. Él conduce concentrado en la carretera, pero de vez en cuando siento sus ojos encima de mi y yo simulo que estoy concentrada en el paisaje desde la ventanilla del copiloto. No hay música, ni conversación. Sólo el más absoluto silencio y la tensión. Porque, oh dios mío, de esa hay mucha.

Mi Razón para Todo # PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora