Rachel y David (Parte 1)

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Rachel

—Hola, mi amor~ —Saludé con una sonrisa pícara surcando mi rostro.

David me volteó a ver con el ceño fruncido mientras su amigo (que no recuerdo su nombre) se reía.

—Jódete. —Me respondió toscamente, tomando la mano de su amigo y jalándolo hacia otra parte del colegio, alejándose rápidamente de mí.

Hice un puchero, sintiéndome rechazada una vez más, mientras mi amiga; Jazmín, se reía a carcajadas a mi lado, divertida ante la escena.

—¡Ay, amiga! Creo que David definitivamente sigue odiándote. —Se burló, dándome un codazo socarrón en las costillas.

Yo torcí el gesto y la fulminé con la mirada, molesta por su falta de empatía.

¿Por qué tenía que burlarse de mi evidente rechazo?

—No es gracioso, Jaz —Refunfuñé, cruzándome de brazos con frustración. —No entiendo por qué David me odia tanto, ¡Si soy la chica más genial de todo el colegio!

Jazmín soltó una carcajada, palmeando mi espalda con diversión.

—Ay, amiga. Creo que tienes que aceptar que David no está interesado en ti —Dijo, lanzándome una mirada cómplice. —Tal vez deberías concentrarte en alguien más que sí aprecie esa personalidad tan... Unica, que tienes.

Bufé, sintiendo cómo el orgullo herido me escocía.

¿Cómo se atrevía a insinuar que yo no era lo suficientemente buena para David?

—Pues ya verás, Jaz —Declaré, determinada. —Tarde o temprano, ese terco de David caerá rendido a mis pies. ¡Nadie se resiste a mis encantos!

Mi amiga solo rodó los ojos, pero no pude evitar notar la chispa de diversión en su mirada. Sabía que no me tomaría en serio, pero eso no me detendría.

Haría que David se enamorara de mí, cueste lo que cueste.

Ese chico sería mío, ya lo verían.

Sin embargo, primero debía asistir a mi clase de historia con la pesada de la profesora Morgan.

Estábamos viendo la Segunda Guerra Mundial, y ese tema entraría en los próximos exámenes.

No me había ido demasiado bien en las notas del semestre pasado, así que debía mejorar o mi padre trataría de asesinarme, escupiéndome ácido mortal, usando sus poderes de padre enojado para derretirme el cerebro o usando cualquier otra artimaña que los hombres utilizaran cuando quisieran matar a su hija por obtener malas calificaciones.

—Bueno, como sea. Tengo clase de historia que, por cierto, tengo con David —Comenté con una sonrisa victoriosa.

Volvería a ver a aquel hermoso hombre de cabello castaño, brillantes y redondos ojos violáceos, y piel canela tan exquisita y tersa.

Solo podía imaginar probar esa deliciosa piel, dejar mis besos, mis mordidas y mis chupetes, que se notara en su piel mis huellas y marcarlo como mío, que todos supieran que me pertenecía a mí y solo a mí.

Imaginaba su hermoso rostro sudado, sus ojos llenos de lágrimas de placer y éxtasis, sus mejillas sonrojadas, sus labios rosados, acaramelados y carnosos pronunciando solo mi nombre, rogándome y gimiendo por más.

Pero no solo me gustaba por su físico.

Mi atracción hacía él iba más allá de solo su hermosa figura.

También era por su actitud tan desafiante, tan ruda, era tan terco y obstinado, nunca había conocido a un hombre así.

Podía imaginarlo a mi lado cada mañana.

¿Sabes que te amo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora