Claire

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Suspiré por enésima vez en la hora y media que llevábamos encerrados en ese salón con la jodida profesora de cálculo, la señora Wong, esa mujer de verdad necesitaba unas vacaciones urgentes, quizás así no nos mataría de aburrimiento en cada clase con ella, aunque en realidad no es como si le estuviera prestando demasiada atención, estaba más concentrada intercambiando miradas cómplices con Zac, mi "técnicamente" mejor amigo a pesar de que yo no lo viera como uno.

Zac y yo llevábamos conociéndonos alrededor de 15 años, nos conocimos a los siete años cuando él entró como nuevo estudiante a mi escuela, fue raro en un principio porque normalmente a esa edad las mujeres y los hombres suelen tener su etapa en la que se niegan a socializar con el sexo opuesto o al menos era así en mi escuela, pero nosotros fuimos la excepción a la regla, desde el principio nos llevamos de maravilla, quizás porque Zac era un hombre diferente a los demás; era terco y malhumorado, con un carácter demasiado fuerte y decidido, le gustaban las mismas cosas que a mi, así que pronto nos hicimos amigos.

Toda la primaria fuimos inseparables y eso no cambió para nada en la secundaria. Nuestros lazos se fortalecieron aún más. Pasábamos mucho tiempo juntos, ya fuera en el colegio o fuera de él. Compartíamos risas, secretos y aventuras. No había nadie más en quien confiara tanto como en Zac. Él siempre estaba allí para apoyarme y escucharme, y yo hacía lo mismo por él.

A medida que crecíamos, nuestra amistad se volvía más profunda y complicada. Empezaron a surgir nuevos sentimientos que no sabía cómo interpretar. A veces, cuando nuestras miradas se encontraban, sentía una chispa de deseo en el aire, pero lo ignoraba. No quería arruinar lo que teníamos. Éramos amigos inseparables y eso era suficiente para mí.

Sin embargo, había momentos en los que no podía evitar fantasear sobre cómo sería estar más allá de la amistad con Zac. Imaginaba poder explorar con mis manos ese hermoso y masculino cuerpo tan deseable y dejarlo lleno de chupetes, besos y mordidas, imaginaba besar esos deliciosos labios carnosos hasta que no quedara ni una molécula de aire en nuestros pulmones, deseaba poder hacerlo gemir mi nombre con solo un roce. Pero siempre trataba de alejar esos pensamientos de mi mente. No quería arruinar nuestra amistad y arriesgarme a perderlo todo.

Mientras tanto, en el salón de clases, intentaba concentrarme en las lecciones aburridas de la señora Wong, pero mi mente siempre volvía a Zac. Nuestras miradas cómplices, nuestras risas compartidas, todo eso me hacía desearlo aún más. Pero había algo más en juego. Tenía miedo de cómo reaccionaría si le confesara mis sentimientos, ¿Y si me rechazaba? ¿Y si eso arruinaba nuestra amistad?

El timbre finalmente sonó, liberándonos del cautiverio de la clase de cálculo. Zac se acercó a mí con una sonrisa. —¿Lista para escaparnos de aquí? —Preguntó, sabiendo que siempre estaba dispuesta a embarcarme en una nueva aventura.

—Siempre. —Asentí burlonamente, dejando atrás mis pensamientos confusos por el momento.

Mientras caminábamos por los pasillos, nuestras manos rozaron accidentalmente. Un cosquilleo recorrió mi espina dorsal, y me di cuenta de que tal vez, solo tal vez, no era solo yo quien sentía una tensión entre nosotros. Tal vez, solo tal vez, había algo más que amistad entre nosotros. Pero solo el tiempo diría si nos atreveríamos a explorar ese territorio desconocido.

—¿Vienes a mi casa? Mi hermano viene a visitarnos y mi papá preparará una cena deliciosa. —Dijo Zac, yo lo miré y arqueé una ceja con una sonrisa traviesa.

—¿El amor de mi vida volverá a Camden? ¡Ay, cuñadito! —Bromeé juntando las manos exageradamente, luego lo abracé, claramente Zac estaba con una cara de mierda al decirle "cuñado" como siempre le decía cada vez que quería molestarlo.

¿Sabes que te amo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora