Sarah

962 32 8
                                        

—No. —Me negué rotundamente.

Kyle me miró con el ceño fruncido y Nathan suspiró.

Mi hijo mayor de quince años; Nathan, tiene una reunión de padres mañana por la tarde con su profesora de matemáticas, sin embargo, yo no pienso permitir que mi esposo vaya allí.

Y se preguntarán: ¿Por qué?

Bueno, es que la maldita vieja de la profesora está intentando bajarme a mi esposo.

¿Qué como lo sé?

No soy tonta, ella es muy obvia con sus intenciones cada vez que se acerca a mi hombre.

Lo peor de todo es que él no lo ve, cada vez que decido marcar mi territorio y dejarle en claro a esa arpía que él es mío, la pedazo de mosquita muerta se hace la desentendida y la que termina regañada soy yo por ser "una celosa sin remedio."

Enserió no soporto a esa estúpida, así que prefiero evitarla para no discutir con Kyle, sin embargo, ha sido la profesora guía de Nathan por los últimos tres años, por lo que tengo que aguantarmela hasta que finalmente logre encontrar la manera de deshacerme de ella.

—¡Sarah! —Me regañó Kyle como un padre a su hija desobediente. —¡Te he dicho que no seas celosa! Helena es una buena amiga mía, no puedes ser así con ella.

Y si, ¿escucharon eso? Es la vena que palpita en mi frente por la ira que me provoca que mi propio esposo esté defendiendo a esa maldita.

—¡Y yo te he dicho que esa estúpida me la pela! —Espeté y de inmediato supe que estaba en problemas al ver la expresión que puso Kyle.

Kyle suspiró y giró su cabeza hacía Nathan, parecía igual de cansado que él.

—Nathan, cariño, ve a tu cuarto. —Pidió con una voz suave y gentil, paternal.

—¿Estás seguro que puedes manejarla solo, papá? —Nathan le preguntó discretamente, como si yo no pudiera oírlo.

—Tranquilo, hijo, ve. —Kyle sonrió dándole unas palmadas suaves en la espalda a Nathan, él asintió y se fue de la sala rumbo a su habitación. Entonces la expresión de Kyle cambió y me dedicó una mirada feroz.  —¿¡Cuantas veces te he dicho que no digas palabrotas frente a tus hijos!?

—Y yo te he dicho que nuestros hijos dicen peores palabras ¿Acaso no has oído a Emily cuando pierde en Fornite? —Repliqué cruzando los brazos sobre el pecho.

—¿Y de quien crees que aprendió? —Dijo frunciendo el ceño.

—¡Pues tu tampoco ayudas! ¿¡O crees que no sé qué dices palabrotas cada vez que pasa algo malo en tus telenovelas coreanas!? 

Kyle suspiró pesadamente, pasándose una mano por el cabello en un gesto frustrado.

—Sarah, entiendo que estés incómoda con la situación, pero tienes que confiar en mí. Helena es solo una amiga y profesora de Nathan, no hay nada más entre nosotros. Por favor, ven conmigo a la reunión, así podrás ver por ti misma que no hay nada de qué preocuparse.

Lo miré con recelo, sin poder evitar sentir esa punzada de celos cada vez que pensaba en esa mujer cerca de mi hombre. Sin embargo, sabía que tenía que hacer un esfuerzo por confiar en él.

—Está bien —accedí a regañadientes—. Pero te advierto que si veo algo fuera de lo normal, no dudaré en sacar a esa arpía de una patada en el trasero.

Kyle sonrió levemente, acercándose para darme un suave beso en los labios.

—Gracias, cariño. Sé que no es fácil para ti, pero de verdad aprecio que lo intentes.

¿Sabes que te amo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora