Estamos algún lugar de Ucrania, en algún momento de 2022.
Han sido milenios desde que existimos. Desde que fuimos liberados por Pandora. —Ella ya no está en este mundo sucio, pero nosotros permanecemos— Yendo de lugar en lugar, de época en época.
Ahora, estamos aquí porque simplemente el hombre no es capaz de soltarnos. Dicen que somos los males del mundo, pero ellos no saben que son los únicos capaces de destruirnos. Ni siquiera los dioses que nos crearon, sino los hombres que nos padecen, nos alimentan y nos persiguen.
Agust no escoge a quien enloquecer. Cada humano se predispone a ello y él simplemente hace su trabajo. No es que le importe realmente qué, cómo y cuándo, pero es nuestra labor. Los tres andamos siempre de la mano. No hay muerte sin la destrucción y no hay destrucción sin locura. Así ha sido siempre.
—¿Tenías que meterte con ese idiota? --Tengo que preguntar. Porque, aunque estoy aquí para llevarme unas cuantas vidas, hay demasiados niños que aún no han llegado a experimentar la maldad por ellos mismos, sino por sus padres y líderes que no les han dado opción.
Puede que sea insensible a la pena ajena, sin embargo, soy racional y lo que menos me gusta es tener que llevarme a esos niños. Los adultos, pueden formarse para que pueda devorarlos ¿Los niños?... Los niños saben amargos por su inocencia.
—No me culpes de todo a mí. —Me responde mi preciosa sombra de pena —. Él tipo ya estaba jodido cuando llegué. Quiere poder. Un poco de locura a su egoísmo y henos aquí.
El líder de un país se cree mejor que los dioses y es como miel a las abejas para Agust. No es como si pudiera decir que no. Así como Hoseok tampoco puede a lo que está a punto de hacer.
—Me voy. Tengo trabajo que hacer —Nos dice Hoseok, caminando entre un montón de escombros en dirección a una escuela.
Agust ya hizo lo suyo, ahora le toca a él y luego vengo yo por los restos. La peor parte si me preguntan, pero a veces tiene su dosis de satisfacción.
Hoseok se adentra detrás de un grupo de soldados que no pertenecen a este país. Nadie lo ve, pero lo sienten. Como una presencia oscura, aunque literalmente es todo luz, calor y fuego. Sabiendo que lo han invocado, pero sin ser conscientes de su presencia física.
Unos minutos después, una explosión. Lenguas de fuego, columnas de humo y lluvia de grandes pedazos de concreto, hierro y polvo.
De entre las nubes de polvo, sale mi hermoso Arson, todo cubierto de hollín, con el mono blanco -antes lo era- sucio por todos lados. Su paso es firme y elegante y los ángulos de su cara resaltan en negro y gris ceniza. Una que otra mancha de sangre que no es suya, y mucho polvo en su pelo revuelto. De fondo, hay gritos, llanto y el boom de pequeñas explosiones. Los restos de la hecatombe que Hoseok ha dejado a su paso. Y ese sonido es mi melodía de entrada.
Agust está recostado junto a los despojos de un auto incinerado, a punto de quedarse dormido. Todo esto lo aburre, después de siglos repitiendo un ciclo que no depende de nosotros. Hoseok llega y se sienta a su lado con una gran sonrisa y me guiña el ojo para luego recostar la cabeza en el hombro de Agust.
Ellos son míos y yo de ellos. Una coexistencia eterna que me fascina.
—Tu turno, bebé —me dice Hoseok y cierra los ojos como si no hubiera destruido un edificio lleno de gente hace sólo un minuto—. Te he dejado un regalo ahí dentro. —Completa antes de que me aleje.
Confundido, frunzo el ceño en clara pregunta, que espero que responda para poder ir a hacer mi trabajo.
Agust resopla.
—Probablemente habrá hecho explotar todo segundos antes y no sólo los objetivos van a estar esperándote.
Oh. Eso es fantástico. El sabor amargo de las vidas infantiles se endulzará con el de los soldados que estaban aquí para atacar.
Me encantan los lindos detalles de mis chicos. Cómo cuando Agust enloquece a algún hombre hasta que ellos mismos acaban con su vida. Esos son sus regalos para mí.
Con una sonrisa, atravieso el campo de escombros. En algún punto, todo esto vale la pena.
***
Un ataque más, dicen los humanos.
Una tarea más, decimos nosotros.
Todo se ha ido.
Eran un puñado de militares, maestros, los vecinos del lugar... Y una docena de niños.
Quedaron muchos, muy mal heridos, con traumas y secuelas para lo que les queda de vida. Pero mi cuota está llena y esto es una cadena interminable. Los que quedan morirán después, más tarde o más temprano, aunque primero deberán hacer lo que les toca.
Hace falta humanidad para que la locura y las emociones oscuras florezcan. No los cultivamos, pero es el ciclo de la vida. Hasta que lleguen al límite y comprendan, o hasta que se extingan y todos sabemos que la extinción no está demasiado lejos para ellos, ni demasiado cerca para nosotros. Después de todo, una vez que Agust ha hecho su trabajo, Hoseok tiene que hacer lo suyo. Si quedan lo suficientemente locos una vez que Gigi hurga en sus cabezas, el egoísmo les supera y el conflicto llega tarde o temprano y Hoseok hace una fiesta con toda la parafernalia propia del infierno que lleva en las venas.
Al final, los restos del desastre son para mí. Yo soy quien se queda con las vidas que ya cumplieron su tiempo y con las que no merecen seguir. Desgraciadamente, algunas de esas vidas no catalogan como una u otra, sólo son el desafortunado incidente de el lugar y momento equivocado.
Hemos terminado aquí, por ahora. Esta guerra no se ha terminado y no es la peor en la que hemos estado.
Me acerco a mi caos personal. Las dos partes de él. Están donde los dejé hace unos minutos. Y como siempre, llegó tarde a la fiesta.
Se están besando sin mí, follando sin mí. Dentro de la chatarra del auto. Pero sé que no significa que me quieran menos. Ellos se alimentan el uno del otro y luego me alimentan a mí.
Me quedo a unos metros, observándolos follar.
La locura monta al fuego, desquiciada, desenfrenada y la nube negra en los ojos de Agust se expande y cubre las llamas en los orbes de Hoseok, pero no lo apaga como el dióxido de carbono apagaría un cerillo. Al contrario, lo calienta. Las llamas y el humo se mezclan en una danza, mientras Hoseok golpea con fuerza dentro del culo de Agust y con cada gemido y con cada jadeo, una tormenta eléctrica se forma en la atmósfera. Se besan y un rayo cae al suelo, retumbando en ondas de sonido ensordecedoras. Agust monta con más fuerza, con la piel enrojecida por el calor que desprende Hoseok y puedo sentir en mi propia polla lo apretado que sé que está Agust y lo enorme e invasivo que es Hoseok, una vez que lo llena o me llena.
Puedo sentir el calor abrazador y me siento afortunado de verlo, además de sentirlo.
Para los que han llegado en un intento de mitigar daños en el lugar, se ve sólo como un auto incendiado. No se acercan porque saben que está a punto de explotar y arriba en el cielo la tormenta empeora.
Me acerco unos pasos y puedo escuchar a Agust pidiendo por más y ver en sus iris del color del plomo, la lujuria que se vuelve líquida y se derrama hacia afuera. Tiene una expresión de éxtasis que a ojos de un humano se vería como si debiera estar encerrado en un manicomio, como si estuviera demente. Se deja caer sobre el regazo de Hoseok y grita al mismo tiempo que otro rayo parte entre las nubes.
Hoseok entierra las uñas en sus nalgas y sube al encuentro de cada embestida, jadeando en la boca de Agust y con los ojos brillando en pequeñas llamas rojizas. Están a punto de correrse. Lo sé por cómo todo se vuelve tenso al rededor.
Nuestra pasión, ya sea dos de nosotros o los tres juntos desata un desastre natural en algún lugar del mundo por la energía que se libera.
Hoseok y Agust dejan escapar un ronco grito de placer, sincronizados en todo momento y desde afuera, el auto explota alejando a cualquier humano cercano por la onda expansiva y un último rayo se bifurca alargándose por todo el cielo, antes de que empiece a llover.

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Pandora′s Box |YSM|
FanfictionAgust quiere un mono. Jimin, una bomba atómica. Hoseok sólo quiere quitar la caja de las manos de Pandora. 💘Poliamor |YoonSeokMin| 🔞Contenido para mayores de 18 años ©️Obra propia 📃 Alusión a la mitología