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SHADOW

Su madre mencionaba muy a menudo lo mucho que quería y adoraba a sus dos hijos. Solía narrarles la historia de su nacimiento, sus travesuras de cuando eran tan solo unos niños, sus ocurrencias tan divertidas, sus peleas y riñas, sus berrinches, todo. Solía recordar la niñez de ambos con una sonrisa nostálgica y un "Qué tiempos aquellos...". Siempre recordándoles cuanto amaba a ambos, y por supuesto, a su padre también.

Decía sentirse la mujer mas dichosa, afortunada y feliz del mundo al tener a tres hombres que la amaban y valoraban como ella lo merecía.

Y la relación que Shadow tenía con su madre era perfecta. Siendo él el hijo mayor, siempre veló por su adorada madre, a quien consideraba le debía la vida y toda su felicidad. Todo era dicha en aquella familia. No había sombras, ni secretos, ni tampoco alguna nube gris que oscureciera el cielo, todo era pefecto.

Pero como ya hemos dicho con anterioridad, también todo llega a su fin. Y ese fin, para Shadow, llegó inesperadamente un tiempo después del abandono de su progenitor, cuando apenas había cumplido los catorce años. 

Poco a poco, y de manera casi imperceptible, su madre fue distanciándose de él. Ya no lo besaba antes de irse a la escuela, ya no le deseaba un buen día, o le decía buenas noches antes de irse dormir. Y poco a poco fue alejándolo a él también, a tal punto de ya ni siquiera dirigirle la palabra o preocuparse por alistarle la merienda del colegio.

¿Porqué? Se preguntaba el azabache. Él siempre fue el más apegado a su madre. Mephiles, en cambio, prefería pasar tiempo con su padre. Siempre ha sido así, ¿porqué todo ha cambiado? ¿Porqué ahora ve como su madre se deshace en mimos y halagos por Mephiles, pero a él ni siquiera le habla? ¿Cuál es la razón del descuido de su progenitora?

Necesitaba urgentemente una respuesta, y creyó que tal vez la mejor manera de saber era preguntándole a su madre, pero cometió un terrible error. Esa mujer, quien lo ignoró en un inicio, al ver su insistencia explotó en ira, y llorando histéricamente le dijo de la A a la Z, mientras él pobre niño solo atinaba a mirarla con sorpresa y dolor, orejitas agachadas y ojitos llorosos, sin poder creer lo que salía de aquella boca, que, no muchos años antes, se dedicaba a llenar su rostro de besos y abrazaba su corazón con cálidas palabras de afecto.

El pequeño Shadow no cerró los ojos en toda la noche, intentando sanar su corazón destrozado por quien se suponía debía darle su amor incondicional.

Pasó el tiempo, y esas cicatrices no desaparecieron. Sin embargo, el terco azabache aún no se creía que su propia madre lo despreciara así. Así que, con toda la curiosidad del mundo y aún queriendo saber la "razón principal", se quedó a escuchar una conversación entre su madre y sus amigas.

"Él es tan parecido a ese hombre... No quiero ni pensar en como será cuando crezca, ¿cuántos corazones será capaz de romper? Maldición, quisiera nunca haberlo parido. Cada vez que lo veo, me acuerdo de ese día. Odio eso...".

Esas palabras, tan duras para un niño, le dieron como una bala al corazón. ¡Jamás pensó que su madre le creería capaz de algo así! ¡Por Chaos, el físico no tenía nada que ver! ¿O sí?. Decidió que su madre estaba equivocada, y dió dos pasos al frente para encararla.

"¡Yo no seré como él! ¡Lo prometo! ¡Mamá, jamás haría algo para dañarte a ti o a una chica!" 

Pero la valentía le costó caro. Su madre, sin razón aparente, tomó lo que tuviera al alcance y lo golpeó: el cable de la tele, la escoba, la estatua de elefante que adornaba la sala, sus propias manos, etcétera. Todo azotó su frágil cuerpo, a tal punto de que las señoras presentes tuvieron que separarla de él, en el preciso momento en que lo tomaba con fuerza de las púas y lo estrellaba contra una pared.

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⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

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