III. El paraíso que tiene grietas
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AgnarAGNAR HABÍA ACUDIDO al llamado de uno de sus hermanos con el único fin de hablar. Aunque el ángel con el que debía hacerlo, había sido la destrucción del Génesis.
—Nunca me haz llamado directamente Hemah, quiero pensar que todo está bien.
—No empieces Agnar, ¿Dónde está Bellona?
Hemah se acercó a su hermano, deteniendo cualquier intento de excusa, sabía que aunque Agnar no era un caído, mentir se le daba particularmente bien cuando se trataba de dos personas. Bellona y Armani.
—No sé de qué estás hablando, Hemah.
—No, no haremos ésto, quiero saber dónde está. Visitaste a Gaël, con Armani.
Agnar bufó, irritado por lo estúpidamente fácil que era en el paraíso enterarse de esas cosas.—No es tu problema, lo que hagamos Armani y yo en casa de Gaël, no te incumbe.
—Claro que lo hace, todo anda muy extraño Agnar, primero Bellona se va sin dejar rastro. Luego te ves con Armani, cuando juraste que lo odiabas y no volverías a verlo, y como si eso no fuera suficiente, fuiste con él a casa de Gaël.
Hemah puso las manos en sus caderas, dió otro paso más cerca y sus ojos negros vieron a Agnar con astucia.
»Como sino supieras qué tipo de ayuda da Gaël.
Hubo silencio durante unos minutos, Hemah y Agnar se miraban, esperando a ver cuál de los dos soltaría la verdad primero. Era irónico que Hemah, el ángel de la destrucción y Agnar, el ángel de la compasión, estuvieran en esa situación.
El concepto de dos ángeles tan opuestos, compartiendo una conversación, era casi inefable a la imaginación. Hemah estaba seguro que Af no le creería nada si le contaba, de hecho, era mucho más probable que le dijera que estaba obsesionado con Bellona.
Hemah, en términos simples, podía escuchar la voz dulce y tranquila de Af en su cabeza. Reprochándole un enamoramiento que no podía tener, y que si pudiera, no sería especialmente por Bellona.
—Solo dime qué hacías con el cuervo—suspiró, tomando un momento para pensar sus palabras—, sé que están a nuestra disposición, pero tú no eres el tipo de ángel que dejaría sus problemas en manos de un mortal cualquiera.
—Bueno, tenía asuntos pendientes. Y Armani también, no es nada fuera de lo común.
Su hermano lo vió con ojos cansados, rendido ante la idea de que no iba a poder sacarle nada a Agnar, quién se negaba de forma terca a dar algún tipo de información que pudiera delatarlo.
No quería que nadie en el paraíso supiera por una simple razón, no eran confiables.
Podían ser sus hermanos y toda la pantomima de sin sentidos que habían creído religiosamente por siglos, pero Bellona y Armani eran más que solo sus hermanos por compromiso o igualdad de condiciones; eran su familia. Incluso si tenían ideas diferentes de lo que estaba bien y lo que estaba mal, seguían siendo su familia.
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Marble Hornets: Ambrosia.®
Ficción General«Mirad la tierra, y prestad atención a las cosas que suceden en ella desde el principio al fin, cuán firmes son, como ninguna de las cosas sobre la tierra cambia, sino que todas las obras de Dios se os aparecen.»