Siento su polla reventarme el coño. Siento como, con cada una de sus embestidas, una parte de mi se parte por la mitad, invadida por la tremenda dureza de su verga y el calor abrasador que invade mis entrañas.
Mis fluidos se escapan de mi cuerpo a borbotones, mis uñas se clavan en su espalda, mientras que mi cuerpo se convulsiona, presa del placer más intenso que jamás pude imaginar.
Siento su aliento, cálido y húmedo, envolviendo la piel de mi cuello y el inicio de mi pecho, mientras que una de sus manazas, aprieta con fuerza mis tetas y mis pezones, hasta hacerme creer que van a reventar como un pequeño globo.
Jamás nadie me había follado así, con tal intensidad y pasión, como si le fuera la vida en ello. Por eso, jamás me sentí como me siento hoy: llena, reventada, ansiosa por sentir más, aún temiendo que, si siento más placer de lo que estoy sintiendo, perderé el sentido y la cordura.
De pronto él gime. Es la primera vez que lo hace. Hasta ahora no ha emitido ningún ruido, más allá de su acelerada respiración y del chapoteo de su enorme verga reventando contra el interior de mi coño. Y tras ese tremendo alarido, un liquido viscoso y caliente hasta hacerme arder, llena mi dolorido coño.
Se corre dentro de mi. Es la primera vez que dejo que un hombre me llene así con el fruto de su placer, con su semen, con su semilla blanquecina y espesa. Su néctar se mezcla con mis jugos, él continúa moviéndose dentro de mi, a la vez que continúa masajeando, apretando y pellizcando mis pezones.
Siento un profundo temblor dentro de mi, un temblor que arrasa con todo mi cuerpo, que me hace arder y estremecer de placer. Ahora soy yo quién grita, no sé cuánto tiempo llevo haciéndolo, no he sido consciente de hacerlo. Pero lo hago, grito como nunca antes había hecho, clavando mis uñas en su espalda, rodeando su cintura con mis piernas, que lo aprisionan y lo aprietan contra mi chocho, no quiero que abondone mi cuerpo.
Un nuevo chorro inunda mis entrañas. Esta vez son mis fluidos, que manan del interior de mi ser, como prueba del enorme placer que estoy sintiendo. Es un orgamo interminable y profundo. Mis ojos se quedan en blanco, así como mi mente. Creo que voy a morir de placer, mientras me corro con un animal, hasta hacerme sentir como si me hubiera meado encima, él cabrón continúa follándome con su poderosa polla, que apenas ha perdido un ápice de su erección y dureza.
Tras un orgasmo que me parece que dura un siglo, un sonido agudo y punzante me trae de nuevo a este mundo.