Prólogo

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Estaba decidido. Hürrem pudo perdonarle todas sus mentiras y promesas rotas de fidelidad, siempre llenas de palabras vacías cada vez que invitaba a otras mujeres a sus aposentos. Al final del día, aunque no le gustase la idea no ser la única mujer en su vida, sabía que esas mujeres siempre eran una atracción pasajera limitada al sexo, las reglas del harem y nada más. No había un trasfondo emocional más profundo.

Pero ese día, cuando descubrió la relación secreta entre su esposo y Ibrahim Pasha, Hürrem supo de inmediato que Ibrahim era diferente comparado con sus rivales de antaño, incluida Mahidevran. Allí había admiración mutua, afecto, complicidad, respeto y lo peor de todo, es que su esposo miraba a su amante de una forma en la que él jamás fue capaz de mirarla a ella. Vio la mirada de amor genuino de Suleiman a Ibrahim y algo se rompió dentro de Hürrem. Si alguna vez sintió amor por Suleiman, este se murió en el acto al presenciar como Suleiman besaba a Ibrahim. Se preguntó si acaso la sultana Hatice sabía del romance secreto de su hermano con su esposo. Ninguno de los dos hombres se percató de la presencia de la rutena en los jardines, quién lo había presenciado todo.

Hürrem no pudo soportar seguir viendo esa escena. Angustiada y con el corazón roto, se marchó como pudo en dirección hacia sus aposentos, pero sintió que le faltaba el aire. Se mareó, se desplomó en el palacio y no habían agas o criadas que pudieran asistirla en ese momento. Mahidevran, quien iba pasando casualmente con su criada Gulsa, fueron las primeras en descubrir que Hürrem se había desmayado.

—Sultana, ¿qué hacemos? —Preguntó Gulsa mirando a su sultana.

Mahidevran miró a Hürrem por un momento y sintió una sensación extraña, notó que ella había estado llorando. Una parte de ella quería burlarse de Hürrem y humillarla por lo patética que se veía una vez que abriera los ojos, pero no lo hizo. Sintió lástima por ella. Le tomó el pulso, luego miró a Gulsa y le hizo una seña. Iba a ponerse bien luego, pero quería que la viera una doctora.

—Ayúdame a llevarla a mis aposentos y luego busca a una doctora. —ordenó Mahidevran sin más.

—Pero sultana, es nuestra oportunidad para deshacernos de ella... —inquirió Gulsa esperando la reacción de su señora.

—¿Te has vuelto loca, Gulsa? —preguntó Mahidevran con enojo. —Sólo hace lo que te digo y después déjame sola con Hürrem.

Gulsa asintió en silencio y ayudó a Mahidevran a llevar a Hürrem a los aposentos de su señora. La acomodaron en la cama de Mahidevran y luego Gulsa se fue rápidamente buscando a una doctora como se lo ordenó Mahidevran. La doctora llegó en pocos minutos y examinó a Hürrem bajo la atenta mirada de Mahidevran. La doctora le comunicó que Hürrem se había desmayado, que no era nada muy grave y que simplemente ella necesitaba descansar.

—Esto debe mantenerse en secreto doctora. —Mahidevran le ordenó con autoridad mientras la doctora se iba. —Por favor, no quiero que esto sea... divulgado.

—No lo haré, sultana. Si me disculpa, debo irme. —La doctora se excusó asustada, yéndose rápidamente.

Cuando la doctora se fue, Mahidevran se tornó hacia Gulsa con la firme intención de que la dejara sola con Hürrem.

—Vete Gulsa, necesito hablar a solas con Hürrem cuando despierte. —Mahidevran habló con el mismo tono autoritario que había empleado con la doctora.

—¿Está segura sultana? —preguntó Gulsa cautelosamente. —Esta mujer es peligrosa mi sultana, usted lo sabe...

—No va a pasar nada, Gulsa. —Mahidevran la cortó con irritación.

Gulsa le hizo una última reverencia y se marchó en silencio dejando a Mahidevran sola con Hürrem. Cuando se fue, Mahidevran se sentó en uno de los sillones de sus aposentos, esperando que Hürrem se despertara. Lo que ocurrió poco después. Hürrem despertó lentamente y desorientada, con un tremendo dolor de cabeza y lo último que recordaba era que se había desplomado en uno de los pasillos del palacio. Pronto se percató que estaba en los aposentos de una de las personas que más odiaba, Mahidevran. Hürrem la miró por un momento a los ojos y notó que en su mirada no había maldad, burla o malicia como se lo hubiera esperado de ella en otros tiempos.

Ese día comenzó todo.

Secretos en el Palacio (Hürrem x Mahidevran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora