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LUNES, 15 DE JULIO. día siguiente a la final de la Copa América.
La final de la Copa América había sido emocionante, la Selección argentina de fútbol se llevaba una vez más un título internacional, lo que significó la alegría para cada uno de los aficionados argentinos amantes del fútbol por naturaleza; desde hace cuatro años que los nacidos en Argentina estaban viviendo un ciclo de ensueño. Obvio que los jugadores gozaban de este título como nadie y su familia también.
Luego de que los allegados a los actuales bicampeones de América ingresen al campo y festejasen juntos, los jugadores ingresaron a los vestuarios como es habitual cada vez que consiguen la victoria a festejar, reír, fotografiarse, cantar, tomar, bailar y disfrutar el triunfo.
El día después, cuando regresaron al hotel, el equipo seguían disfrutando y festejando.
Quizás por unos tragos de más, o sus ideas enérgicas, Nicolás Otamendi propuso el plan impulsivo de realizar una joda en Miami para extender el festejo, la cual podrían invitar a quien quisiesen. Los muchachos aceptaron sin pensarlo dos veces y parecía que la fiesta se llevaría a cabo sin ningún problema.
Las horas pasaban; Nicolás, Leandro y Enzo fueron los encargados de organizar el evento social, y al cabo de un par de horas estaba todo listo.
2:41 am AGUSTINA.
Llegué con Agus Gandolfo y con Caro Calvagni a eso de las dos de la mañana, nos separamos a buscar a nuestras parejas que estaban separadas por el lugar. Es más que obvio que mi novio estaría con Nahuel y Cristian, ni tenía que verlos para confirmarlo.
Reconozco la voz de Nahuel a lo lejos, por lo que me adentro al salón y logro ver al nombrado junto con Gio, Lisandro, Cristian y Nico Gonzalez (que también estaba con su mujer.)
—Buenas noches, campeón de América. —abrazo por la espalda a mi novio, que al sentir el tacto se voltea para dejar un beso sobre mis labios.
—Hola mi vida, ¿viniste sola? —se puede notar que arrastra sus palabras, se ve que a la tarde estuvo tomando.
—No, en uber con Caro. —negué, él se despreocupa y esboza una sonrisa. Me quedo apreciándolo unos segundos y mirando sus ojos hermosos.
Escucho a Giovanni decir que iría a pedir algo a la barra, le digo que yo también y lo sigo desde atrás; Cristian también se suma, su vaso de fernet estaba prácticamente vacío.
