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Pasaron cuatro meses desde aquella noche, y estábamos en la carrera de Italia. Miré mi vientre, que ya comenzaba a mostrar un ligero abultamiento, aunque aún era un secreto para todos, especialmente para Carlos. Durante estos meses, había aprendido a ocultar mi embarazo, incluso cuando mi cuerpo empezaba a dar señales evidentes.

Terminamos una sesión de práctica en el circuito italiano, y bajé de mi monoplaza con la sensación de que algo no estaba bien. Una oleada de náuseas me golpeó de repente, y sin pensarlo dos veces, corrí hacia el baño más cercano, sintiéndome terriblemente mal.

El sonido de mis arcadas resonaba en el pequeño espacio, mientras luchaba por contener la sensación de malestar que me invadía. Cada vez que me agachaba sobre el inodoro, sentía una mezcla de emociones abrumadoras: preocupación por mi salud, miedo de que alguien pudiera descubrir mi secreto, y un profundo cansancio que parecía pesar en cada uno de mis huesos.

Después de un rato, las náuseas comenzaron a calmarse, pero la sensación de debilidad persistía. Me enjuagué la boca y me levanté lentamente, apoyándome en el lavamanos mientras intentaba recuperar el aliento. Mis manos temblaban ligeramente, y un sudor frío cubría mi frente mientras luchaba por mantenerme en pie.

Finalmente, me armé de valor y salí del baño, tratando de ocultar cualquier señal de malestar en mi rostro. Sabía que no podía permitirme mostrar debilidad en un ambiente tan competitivo como este, donde cada detalle podía ser interpretado como una señal de vulnerabilidad.

Mientras caminaba de regreso al área de los boxes, me repetía a mí misma que debía mantener la compostura, que no podía permitir que nada ni nadie me detuviera en mi camino hacia la victoria. Pero en lo más profundo de mi ser, sabía que algo estaba cambiando dentro de mí, algo que iba más allá de las carreras y los campeonatos.

Fred se acercó a mí con una expresión preocupada en el rostro, y sus palabras me sacaron de mis pensamientos.

-Hanna, me preocupas... el bebé y todo esto. Esta tiene que ser tu última carrera-, me dijo con seriedad.

Asentí, reconociendo la validez de sus palabras. 

-Lo sé, Fred. Una semana más y sabré si es una niña o un niño-, respondí, tratando de mantener la calma a pesar de mis propias preocupaciones.

Fred frunció el ceño, analizando la situación. 

-Por tu cara puedo deducir que es un niño, pero por las constantes náuseas... puedo deducir quién es el padre- dijo con un tono de complicidad.

Traté de desviar la conversación con una sonrisa forzada. 

-Por favor, también Checo tiene bello- bromeé, pero la preocupación seguía presente en mis ojos.

Fred rió suavemente. 

-Pero Carlos es un hombre Tejido-, agregó, intentando aliviar la tensión del momento.

-Está bien, Fred. Crea tus conclusiones-le dije, resignada ante la inevitable especulación.

Sin embargo, Fred insistió. 

-Cuando le dirás a ese chico...-comenzó, pero lo interrumpí rápidamente.

-¿Para qué, Fred? Él no es el padre- afirmé con firmeza, aunque en el fondo sabía que la verdad era mucho más complicada de lo que estaba dispuesta a admitir.

Fred me miró con comprensión, pero también con un dejo de preocupación. 

-Eso no lo sabemos, Hanna. Deberías decirle antes de irte-, me aconsejó, y sus palabras resonaron en mi mente mientras me preparaba para enfrentar las consecuencias de mis decisiones.

Memory - Carlos Sainz-+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora