II

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-Es la mujer correcta, padre. Está sobre un pentagrama invertido, velones
negros encendidos, la cortada mortal al costado de su cuerpo. Todo coincide con el ritual de la profecía.

-Es verdad, pero la niña debería tener la marca de la bestia. Dijo
confundido.
-Deberíamos irnos antes de que los oscuros regresen.

Salieron de prisa en medio de la oscuridad. Faltaban unas cuantas horas para el amanecer y los tres sacerdotes revisaban todo nuevamente. La niña lucía un rostro angelical y un brillo en sus ojos que hipnotizaban, su piel rosada carecía de imperfección absoluta. Con su presencia los pesares y angustias disminuían.

La elegida había recuperado el color normal en sus ojos ávidos que observaban inquietantes a su alrededor. Su piel de alabastro hacia resaltar la marca ubicada a
la altura de su espalda. Tres seis unidos desde su base formando un circulo con tres puntas. A su alrededor solo cosas extrañas sucedían.

Era la mañana de Halloween, popular festividad pagana que festejaban
cada año. Para la comunidad cristiana es la fecha en que los demonios adquieren más poder. El sol no salió y se sentía una atmósfera lúgubre. Como la que antecede a una tragedia. Las personas iban y venían con rapidez preparando todo
para la noche de disfraces, dulces y trucos. Todas las casas están decoradas con fantasmas, brujas y calabazas. Gatos negros, lápidas y ataúdes. Todo con
aspecto siniestro y juguetón. Por otro lado, el padre Amaro, Santoro y Barsotti leían una y otra vez los pergaminos para entender la existencia de esa niña.
Una marca de nacimiento. Un símbolo maligno en una niña elegida para
abrir las puertas del infierno. Nace la semilla del mal y el bien luchara por el destino de la humanidad. La sangre de la elegida será la llave que dará paso a lucifer y sus demonios. Pero solo un acto de amor real podrá cerrarla.

-Nace el mal y el bien. -susurró el padre Barsotti- entendimos mal. Nace el bien y el mal, donde hay maldad pura no puede haber amor pero intrínsecamente van unidos. Dos niñas. Gritó al final.

Entonces esta niña es nuestra mayor esperanza. Declaró el padre Amaro.
preparaban todo en el salón de bautismo para bendecir y darle nombre a la niña. Tratándose de un regalo de Dios, fue bautizada como Ángeles. El salón principal se iluminó con sutiles destellos de luz. El reloj marcaba las seis de la tarde y ya se veían niños pidiendo dulces. Los oscuros paseaban por las calles
con Lucy Bell en brazo trayendo consigo una espesa oscuridad, en su presencia la cosas macabras cobraban vida momentáneamente, el rostro de las calabazas se desfiguraban y adoptaban una apariencia espeluznante, los adornos de brujas,
fantasmas y duendes se movían causando terror a los que se acercaban.
El día de Halloween le otorgaba cierto poder a Lucy Bell. Pasados siete años de aquel terrible nacimiento, los oscuros acompañaban a elegida a ganar almas para
satanás. Su parque de recreo eran los pasillos de los hospitales, como su poder era limitado solo podía tomar el alma de aquellas personas con enfermedades
terminales. Sus ojos se tornan totalmente negros y duplicaban su tamaño, su piel blanca casi fantasmal emanaba un frío intenso que hacia imposible ignorar su
presencia.

-Otra alma para mi padre. Dijo sentada sobre su victima.
Tomo con sus heladas manos la mejilla del paciente y pronunció.
-Jarimatna tule ja munit corpus.
Su boca se alargo y su lengua era como la de serpiente, y acercándose al rostro del desafortunado repitió.
-Jarimatna tule ja munit corpus.
El alma era absorbida y engullida por Lucy Bell para gloria de su padre.
Mientras Lucy Bell robaba almas, Ángeles era criada en la iglesia St. James por sacerdote y monjas. A medida que crecía desarrollaba bondad y compasión, sabia que eran distintos a otros niños porque hacia cosas que nadie mas podía. En el jardín encontró un ave moribunda que la tomó entre sus manos y
cerrando sus ojos sonrió, la colorida avecilla salió volando hacia los árboles dejando escuchar su melodioso trinar.
Por dónde ella estuviera a su alrededor todo parecía cobrar vida, los arboles eran mas frondosos, las flores vestían a colores llamativos y las personas sentían como su dolor y penas se desvanecían.

Era la representación de la vida misma. Los sacerdotes buscaban
desesperadamente a la elegida pero fracasaban en cada intento, se acercaba la fecha en que se cumpliría la profecía del fin del mundo. El padre Amaro tenia claro que debía contarle la verdad a Ángeles pero temía el resultado de esa declaración. Los escritos por los antiguos sacerdotes advertían que las puertas del
infierno se abriría aun cuando la elegida fuese niña. La sangre de los infantes es mas pura que cuando se es adulto.
Estaba próximo otro aniversario. Las casas comenzaban a ser adornadas y
las tiendas de disfraces están abarrotadas, a pesar de que ese día sucedían cosas extrañas, paranormales y algunas personas desaparecían o morían sin razón
aparente, las personas disfrutaban celebrar esa festividad. Cumplidos los nueve y aún siendo niña Lucy Bell se preparaba para la noche mas infernal de todas.

-Todos van a morir muy pronto. -carcajeó la pequeña- el mundo será un lugar con almas perdidas y demonios atormentando.
-Vamos a prepararnos. Dijo la mano derecha de Lucy Bell.
-Tomen sus cosas.

Algunos se dirigían al cementerio a preparar la ceremonia de sacrificios y otros acompañaban a Lucy Bell a cazar ofrendas para el amo de las tinieblas.
Los oscuros no sabían de la existencia de Ángeles pero Lucy Bell podía
sentirla sin entender que era lo que le faltaba. Ángeles miraba con tristeza el calendario, faltaban pocos días para su cumpleaños, y Halloween la hacia sentir enferma. Durante ese día sufría espantosas alucinaciones de demonios que salían de las profundidades del infierno, se veía a si misma dándoles la bienvenida y
destruyendo al mundo. Ese día no podía dormir. Los sacerdotes se miraban entre si pero ninguno se animaba a decirle que no era a ella a quien veía sino a la
enviada de satanás, su hermana gemela.

Noche de brujas y los niños se ven correteando con sus disfraces, en cada puerta los dulces eran entregados. La noche estaba fría y Lucy Bell con algunos oscuros recorrían las calles de la cuidad.

-Es hora de cazar -dijo animada- hoy es nuestra noche de gloria, a mi señal llevan a estas patéticas personas con el resto.
-Como ordene.

Manadas de gatos negros salían por doquier atacando con sus filosas
garras, sus ojos se iluminaban con un amarillo intenso. Los murciélagos
revoloteaban sobre sus cabezas emitiendo un constante chillido. Aquellos disfrazados de una figura aterradora o ente demoniaco eran los escogidos por los demonios que la acompañaban, poseyendo sus cuerpos y convirtiéndolos en lo que vestían. El horror se convirtió en pesadilla. Algunas personas lograban refugiarse en sus casas mientras la policía trataba de poner orden pero salían
volando por los aires gracias al poder de Lucy Bell que crecía cada vez más.
Ahora niños y jóvenes poseídos servían a los oscuros, su misión era llevar a los desafortunados al cementerio como ofrendas a su padre. Con el caos en la ciudad, los oscuros tenían el escenario preparado. Pentagramas invertidos, símbolos de Baphomet colgando del cuello de los oscuros, cuatro cabezas de cabra
cornudas posicionadas en sentido del norte a sur, del este y oeste. Calavera que fueron saqueadas de sus tumbas y eran usadas para contener la sangre de los sacrificios. Y delante de ellos, Lucy Bell con un hexagrama dibujado en su frente con sangre humana simbolizando el poder mas potente de la tinieblas.

-Hoy damos inicio al evento mas esperado por Lucifer, este será el año de la cosecha, el año que la humanidad se perderá para que las puertas del infierno se abran para siempre y junto a mi padre gobernaremos la tierra. Declaró con
voz hipnótica.
Los oscuros la admiraban y festejaban con ella. Las almas de las perdonas
eran absorbidas por la niña y el cementerio se convirtió en un baño de sangre.

Con el mal dentro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora