Rosa, Negro. Pero no Morado

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Aubrey golpea la puerta de la casa de Mari, lo hace con fuerza, tres golpes consecutivos que serían escuchados en cualquier rincón de aquel hogar, después de todo, Aubrey necesitaba que Mari abriera la puerta y la recibiera.

Quien abre la puerta no es Mari, es su padre, el hombre luce cansado, había lucido así desde que su hijo había muerto.

--- Buenos días, señor. ¿Está Mari? ---pregunta Aubrey. Aubrey sabe que la respuesta es si. Mari no había dejado su casa desde el funeral de Sunny hace tres años. --- Es que prometimos que nos pintaríamos el pelo cuándo ella cumpliera dieciocho, así que... Por eso vine. ¿Podría preguntarle si quiere hacerlo?

El hombre la mira, y por un minuto teme que se niege si quiera a preguntar. Los papás de Mari siempre habían sido algo estrictos con ella. Pero para el alivio de Aubrey, el hombre simplemente asiente, y cierra la puerta.

Hay una conversación adentro, Aubrey escucha la voz del papá de Mari, pero no importa cuánto se esfuerce, la voz de Mari estaba demasiado lejos como para oírla. Un rato pasa, y al final el hombre sale pareciendo cómo que perdió más años de vida.

--- Mari no quiere salir.

Aubrey no quiere sentirse decepcionada. --- Ah... Eso está bien... ---Aubrey enserio intenta, pero era difícil cuándo Mari parecía dispuesta a alejar a todos sus amigos. --- Bueno, gracias, y adiós.

--- Adiós Aubrey.

Hace tres años, Sunny había muerto, y con la muerte de Sunny parecía que todo el grupo de amigos que Aubrey tanto quería había muerto con él. Ya nadie era amigo de nadie, Mari encerrada, Hero ocupado en sus estudios, Kel enojado por alguna razón... El único que no se había alejado era...

--- ¿Cómo te fue? ---Basil pregunta desde los columpios.

Aubrey sonríe cuándo su amigo rubio se acerca, pero entonces su sonrisa se torna triste, recordando agríamente el fracaso de hace unos minutos. Aubrey se sienta en el columpio al lado de Basil.

--- Mal, Mari no quiso salir.

--- ... Ah... ---Dice Basil inteligentemente. Basil no era muy bueno con las palabras, pero al igual que Sunny era alguien muy bueno en escuchar, al contrario de Sunny, Basil a veces incluso sugería ideas buenas. --- Yo puedo ir a pintarme el cabello contigo, si quieres.

--- ¿Harías eso por mi?

Basil asiente, una sonrisa suave en su rostro. --- ¡C-claro! Se que realmente querías pintartelo, y yo uh... no me molestaría hacerlo también.

--- Bueno, entonces vamos yendo. ¿De que color quieres pintartelo?

--- Um... Estaba pensando en negro. Para recordar a Sunny.

--- ¿Negro..? ---Aubrey mira a Basil fijamente, entrecierra sus ojos intentando sobreponer el color negro por encima del rubio de Basil. La imagen le era extraña, demasiado acostumbrada al rubio. --- No se vería mal.

--- Jeje, gracias Aubrey.

Ambos se levantan, empezando a caminar en dirección a una peluquería.

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--- Mari, Aubrey te está buscando.

Mari cubre su cabeza con las cobijas, intentando bloquear las palabras de su padre.

--- Dice que quiere pintarse el cabello contigo.

Cierra sus ojos, negando con la cabeza, olvidando que tiene la puerta cerrada y su papá no puede verla desde el pasillo.

--- ... Creo que sería buena idea que salieras.

No, no. Era una idea terrible. ¿Acaso no la había visto? El cabello de Mari estaba enredado, su ropa arrugada. No, no podía salir así. Y la idea de arreglarse sonaba muy agotadora. Mari cubre sus oídos.

--- No quiero salir hoy.

--- ¿Estás segura?

Pero Mari ya no estaba escuchando, Mari ahora dormía.

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Oh, Mari. || Omori AUWhere stories live. Discover now