Día 6 - En la frente

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AU: M-preg.

—Y a como yo lo veo, Gumi tiene la culpa, así que se lo dije, le dije estaba siendo un reverendo imbécil y que Itadori estaba en todo su derecho de no perdonarlo, incluso, le dije a Itadori que no lo hiciera, ¿Pero me hicieron caso? ¡No! ¡Yuuji fue el que se terminó disculpando! Mira que no soy de la gente que espera que las relaciones no funcionen, pero a este paso, van a terminar.

Satoru concluyó, terminando de abrochar su chaqueta y poniendo su banda.

—¿Tú qué piensas? —Satoru lo volteó a ver, frunciendo el ceño y acercándose a la cama— ¿Estás bien?

Suguru asintió, terminando de sentarse, pero sentía como si le apretaran la garganta.

—¿Estás seguro? ¿No prefieres que le llame a Shoko?

—N-no, no—, aseguró, pero la opresión en su garganta estaba haciéndose más fuerte.

Satoru se quedó quieto cuando Suguru se inclinó, vomitando sobre él al no lograr procesar lo que sentía.

—Lo siento —balbuceo, recostando su cuerpo una vez más en la cama— me siento mal...

—Te... Te voy a llevar con Shoko —le susurró Satoru, levantándose para ir a cambiarse. Al diablo la escuela de hechicería, Suguru estaba mal.

(...)

No tardaron en llegar, usando la teletransportación de Satoru, llegaron en cuestión de segundos, pero Suguru volvió a vomitar, está vez en Shoko.

—Perdón —volvió a decir, agachándose cuando el vómito volvió a llegar a él.

Pasó media hora hasta que los vómitos se detuvieron.

Shoko comenzó a revisar a Suguru, no había nada de malo en su cabeza, no estaba intoxicado y no recordaba que le hubiera pasado un accidente hace poco.

Sin más que perder, Shoko comenzó a preparar las cosas para un ultrasonido, esperando encontrar el problema en Suguru.

Los segundos se alargaron, Shoko mirando fijamente la pantalla con el ceño fruncido.

—¿Sucede algo malo? —le preguntó Satoru con pánico por el repentino silencio.

Shoko respiró hondo, negó con la cabeza antes de asentir y luego terminar con los hombros levantados.

—No estoy segura de como decir esto, porque no lo entiendo, pero... Bueno, felicidades, van a tener un bebé.

Satoru y Suguru comenzaron a reír con fuerza apenas Shoko termino de hablar, los minutos pasaron, solo con ellos retorciéndose por las carcajadas.

—Nunca fuiste tan graciosa antes, ¿Por qué el cambió?

—No es broma —la castaña negó con la cabeza, señalando la pantalla— aquí, ¿Ven está mancha? Es un feto...

Ambos dejaron de reír, mirando la pantalla fijamente, entre todas las cosas, la pequeña mancha que Shoko señalaba resaltaba.

—No sé cómo paso, bueno, conozco las bases, pero ustedes lo entienden, habrá que hacer estudios y... Seguir como Suguru lo elija.

Shoko se retiró, dejando que ambos lo discutieran en paz.

Pero realmente las palabras no salían de su boca, seguían creyendo que era una mala broma.

Ambos llevaron las manos al vientre de Suguru, aún plano y en buena forma, sin rastro de ningún bebé.

Satoru suspiró y negó con la cabeza.

—Si esto es una broma, te juró que le lanzó un púrpura.

Suguru asintió, estaba de acuerdo.

—¿Y si no lo es?

—Pero debe serlo ¿No? Tu no tienes útero, Suguru, ¿Cómo podría crecer un bebé en tu estómago?

—No sé —admitió— ¿Tal vez algo con mi habilidad?

—¿Tu habilidad te permite embarazarte?

—¡No sé! ¿Tal vez? Sería la única explicación.

Se volvieron a quedar en silencio, esto era una noticia que nunca esperaron.

Era cierto que habían dejado de usar protección, hacia años, después de todo, los dos llevaban más de una década juntos, sin más parejas y estaban seguros de que ninguno tenía la capacidad de embarazarse.

Al menos, eso habían pensado, hasta ahora.

—No sé si quiero tenerlo.

Satoru se elevó de hombros, tomando las manos de Suguru.

—Es tu decisión, Suguru, yo te apoyaré en cada camino que tomes.

—¿Quieres un hijo?

Satoru sonrió y acercó su cara a la de él.

—Quiero una familia contigo —susurró, pegando sus labios con la frente de Suguru— con o sin hijos, mi vida está completa si estoy a tu lado, ¿Quieres tenerlo? Adelante, buscaremos hacerlo más llevadero para ti, ¿No quieres seguir? Ahora mismo traigo a Shoko.

(...)

Ocho meses después, con cambios de humor constantes, antojos en la madrugada, dolor de pies y miles de tormentos más, Suguru al fin sostenía a su hijo en brazos.

—Es injusto lo mucho que se parece a ti —le susurró Satoru.

—Cállate, yo pasé por todo un calvario por nueve meses, es lo justo.

Satoru rodó los ojos.

—¡Pero si yo lo sufrí contigo!

Suguru le propinó un golpe suave en el hombro.

Satoru exageró las cosas, antes de acurrucarse aún más a su lado.

Comenzó a trazar con suavidad la cara de Suguru, acercándolo un poco cuando terminó.

—Vas a ser el mejor papá que nunca ha existido —le aseguró, dejándole un beso en la frente antes de hacer lo mismo con su bebé.

El bebé rió y trato de tomar su cabello entre sus deditos.

—Agarra el cabello de tu otro papá, Cameron, es más bonito.

—Sólo dices eso para que no agarré el tuyo.

—Shh, vida mía, shh, eso él no lo sabe.

Kisspril (SatoSugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora