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De; Tiago Para;Maia
Hoy, en este momento de necesidad abrumadora, anhelo tu presencia más que nunca, pero me encuentro impotente para traerte de vuelta. Mis fuerzas flaquean, pero aún así me encamino hacia aquel santuario donde juramos reunirnos de nuevo, quizás en otra existencia. Siempre dispuestos a auxiliarnos mutuamente, a encontrar refugio en medio del tumulto. Te suplico tan solo un fugaz instante, un breve destello de tu compañía. Tú y yo, en nuestro escondite secreto, en ese espacio vedado para los demás, donde la magia de nuestro vínculo trasciende las limitaciones del tiempo y del espacio. Un lugar donde nuestras almas se entrelazan en un baile eterno, donde cada susurro lleva consigo el eco de nuestros recuerdos compartidos. En este rincón sagrado, las penas se disuelven en la brisa suave que acaricia nuestras mejillas, y las sonrisas florecen como las flores en primavera. Es aquí donde el peso del mundo se vuelve liviano, donde los miedos se desvanecen ante la certeza de nuestro amor inquebrantable. Aunque el destino nos haya separado físicamente, nuestros corazones siguen latiendo al unísono, recordándonos que, pase lo que pase, siempre seremos uno solo en el universo infinito del amor eterno.
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