𝐃𝐀𝐌𝐍 𝐄𝐑𝐎𝐓𝐈𝐂 𝐏𝐄𝐑𝐕𝐄𝐑𝐓 ┊Katrina es una joven fuerte y decidida que ha tenido que enfrentarse a numerosas adversidades desde que era una niña. Criada en un entorno difícil y sin apoyo familiar, se ha acostumbrado a luchar por sí misma y...
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─Katrina ─la llamó con expectación, pero el silencio abrumador le envolvió como una neblina gélida, incitándole a salir del vehículo. La poca paciencia que aún albergaba se desvanecía lentamente, junto con cualquier rastro de calma. Con determinación, se dispuso a hacer otro intento, anhelando una respuesta que se negaba a llegar. ─¡Katrina! ─con un movimiento repentino y enérgico, agarró su muñeca y la volteó con determinación, pero ella logró soltarse con una destreza inesperada.
─¡No me toques!
─Maldita puta, te estoy hablando. ─con un gesto decidido, repitió la misma acción y la acorraló hacia la parte trasera del vehículo. Sus manos se posaron estratégicamente cerca de su rostro, mientras su cuerpo se inclinaba ligeramente hacia ella, creando un espacio mínimo entre sus figuras.
─¿Qué buscas? Me iré a casa y no podrás detenerme. Por ahora grabaré videos contigo y seguiré tus instrucciones, pero prefiero que me arresten antes que tener que soportar estar a tu lado. Tu comportamiento es impredecible y desagradable, no deseo estar cerca tuyo ni un minuto más. Deja que me vaya o comenzaré a gritar.
─Eres libre de gritar, nadie va a escucharte. ─sonrió con sorna.
─Eres un hijo de puta.
─Lo sé.
Lo cierto era que Katrina quiso forcejear, pero un atisbo de dolor en su nuca la sumió en la oscuridad, sintiendo una repentina intensidad de frío que la envolvía. Cayendo en unos brazos antes de perder la conciencia, recibió un pequeño golpe que la dejó inmóvil.
Por otro lado, Toji no dudó en cargar su cuerpo y regresar al auto, depositándola en la parte trasera mientras reflexionaba sobre su excéntrica idea de irse en aquel estado. Los detalles de su apariencia se desdibujaban a través de la tela húmeda, sus pezones se insinuaban, estaba sumergida por completo en el sueño y desorientada. Él persistía cerca de ella, aferrándose como un chicle pegajoso porque deseaba cobrar lo que le correspondía.
Ella había dedicado su tiempo y esfuerzo en ayudarlo, tratando de levantar su ánimo de la mejor manera posible. Sin embargo, él parecía no tener ningún interés en sus gestos de bondad. Para él, las mujeres eran simplemente un juego, un entretenimiento momentáneo que no despertaba ningún sentimiento en su corazón.
Ya había experimentado el mismo trato por parte de otras mujeres en el pasado, por lo que no le resultaba nada nuevo. Sabía cómo actuar y qué esperar de este tipo de situaciones. Ahora, ella estaba a su merced, perteneciéndole momentáneamente y sin poder hacer más que aceptar su condición de subordinada.
El enojo que había surgido entre ellos los había llevado a encontrarse frente a las imponentes estatuas lobunas de Celestial Power. A pesar de que el sol brillaba sobre ellas, iluminando cada diamante incrustado en sus figuras, no lograban disminuir su aura intimidante. Era difícil desviar la mirada por mucho tiempo, sintiendo como si esas estatuas observaran cada uno de sus movimientos con ojos penetrantes.
