Hoy es de esos días melancólicos en los que lloro y ni siquiera se bien por qué,
es de esos dias en los que se te amontonan las cosas en pilas de ropa y escritorios desordenados, pisos sucios y vidrios marcados. Hoy es de esos días que no son ni tristes ni felices; días diferentes que me llenan de cuestionamientos y pensamientos pasados, y me odio por revivirlos porque yo los creí ya superados.
Todo arrancó con una pesadilla, después una pelea, y ahora que llego a casa y me siento en mi cama solo veo desorden en medio de un silencio sepulcral que no se muy bien como quitar. En este lugar hay mucha gente que no siempre está, y dentro de mi cabeza voces repetitivas de personas que ya no forman parte de mi vida.
A veces pienso que te fuiste tan rápido y a la vez que tardaste tanto, y me hiciste tanto daño. A veces pienso en mi responsabilidad por no haberte echado antes, pero también se lo mucho qué quería que te quedaras.
Miro al techo fijamente como si las maderas de arriba me observaran de vuelta en espejismo y lo único que imagino es tu cara de decepción cuando viste que no quise, o peor aun, que no pude.
Pienso en todas las veces en las que sin querer reviviste mis heridas del pasado y como agrandé un problema tan chico y tonto a algo tan grande y retorcido.
Me acuerdo del dolor estomacal y la presión en la garganta que sentí cuando me mentiste por primera vez, y entiendo por qué ahora no soy capaz de confiar por más amor que le tenga a alguien.
Soy consciente de que estos días solo existen en mi mente, y que afuera de estas paredes, lejos de esta cama y de este techo todo es un poco más tranquilo. Aunque está lloviendo, a veces me gustaría que salgamos al techo a mojarnos con la melancolía de un día tormentoso.
Quizas ese seria el remedio que necesito para el vacío permanente de estos días inexistentes.