02 | BIENVENIDO STEFAN

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ANNELIESE

Una vez que terminé de maquillarme guardé todos mis cosméticos en mí bolso, peiné mí cabello y lo dejé suelto. Miré mí reflejo en el espejo, sonreí. Nadie podría resistirse ante mí, incluso el león más fuerte podría caer ante el encanto de una serpiente.
Apague la luz del baño de la cabaña, sí, había luz pero no quería que Nadia lo supiera.

Caminé con mis tacones hacia el sofá, esperando a que llegará Alexander. Pues, me aburro con facilidad y últimamente no tengo nada más interesante que hacer, pero tengo un plan para sacarle provecho al encuentro.
Mí momento perfecto con Nadia se vió afectado por su hermano, el cual no sale de mí cabeza.
Pase mis manos por mis piernas y luego a mis pechos, los apreté y un jadeo escapó de mis labios.

Hace mucho que una persona no me hace sentir así.

Y solo lo ví.

Bajé las tiras de mí vestido un poco dejando al descubierto mis senos, abrí mis piernas y mí mano se escabulló por mí entrepierna. Hice a un lado la ropa interior de encaje y sentí lo húmeda que estaba, solté un jadeo cuando mis fríos dedos hicieron contacto con mí intimidad caliente. Acaricié mí clítoris, de todas las formas posibles mientras que, con mí otra mano apretaba uno de mis senos. Mí respiración se volvió agitada, introduje un dedo en mí interior, pero nada se siente mejor que una polla o algo por el estilo. Moví mí dedo en círculos para luego fingir embestidas con él, me imaginé a Stefan aquí de rodillas ante mí lamiendo y chupando mí coño. Dios, es excitante de solo imaginarlo.

No me fue suficiente con uno, introduje otro dedo más y solté un gemido. Aceleré mis movimientos, mis fluidos corren por mis piernas y el ruido morboso de mis dedos entrar y salir de mí interior es lo único que se oye en la oscuridad. Sin embargo el momento se ve interrumpido, golpean la puerta. Suelto una maldición, miré por la ventana —lo que las cortinas dejaban ver— y confirmé que era Alexander.

Sonreí.

Me quedé con las piernas abiertas y mis dedos allí dentro, por suerte la puerta está sin seguro. Le dije que pasará y fue en unos segundos que su alta y esbelta silueta se vió, llevaba la misma ropa de esta mañana. Él me observó con la lujuria en sus ojos, el deseo carnal de cometer tal pecado.

—¿Me ayudas? —Hablé entre el silencio, él cerró la puerta y le colocó seguro. Se acercó a zancadas y sonrió—, Alexander…

—Joder, Ann. —Soltó un suspiro—, Voy a follarte de una manera que no vas a olvidarme.

Me reí—, ¿Tanta confianza en ti tienes?

Se arrodilló delante de mí, con mí mano libre acaricié aquellos cabellos azabache lisos. Él tomó de mis piernas y yo me senté en el sofá, rápidamente sentí el contacto de su lengua entre mis labios vaginales y en mí clítoris, solté un gemido. Clavó sus dedos en mí piel, sabía cómo usar su lengua a la perfección. En este momento estoy más que mojada.

—Follame, Alex. —Pedí en una orden.

Parecía no escuchar por lo que tiré de su cabello con fuerza, jadeó ante ello. Observé aquellos ojos grises, finalmente sonreí.

—¿Así le dabas un oral a la esposa de tu jefe?

—Ann, yo…

Lo interrumpí—, Cállate. Lo único que necesito es que recolectes información por mí, y te despidieron, estúpido.

—Hice lo mejor que pude…

—Pues… no veo el resultado.

—¿Qué quieres que haga? —Rogó ante ello, me sentía bien con aquella pregunta.

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⏰ Última actualización: Nov 01 ⏰

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