«¿Me estás jodiendo, boludo? Hubiera preferido que fuera algún loquito de la sierra», me contestó Bruno tras contarle lo sucedido el Sábado por la noche en un audio de Whatsapp de más de cinco minutos. Que gran respuesta, pensé, me ayuda muchísimo. Busqué en el freezer de mi heladera un bombón suizo del Grido y me tiré en el sillón junto a mi gato a supuestamente ver una serie y comer mi bombón helado. Pero no hice más que llorar en silencio de la manera más patética posible. ¿Por qué terminaba otra vez detrás del mismo pendejo que me hizo tan miserable durante toda la secundaria? Me falta demasiado amor propio.
—Me pasaré la próxima década solo, no quiero más pelotudos en mi vida —me prometí a mi mismo terminando el postre helado. Luego volví a levantarme, pero esta vez me dirigí a mi habitación, en donde busqué una caja de zapatos escondida en lo profundo de mi armario. Después me devolví al living con ella entre mis manos—. Me arrepentiré de esto... —murmuré sacando las cosas que dormían en su interior.
«¿Qué harías si te digo todo lo que siento? ¿Me aborrecerás? ¿Me odiarías? ¿Me ignoraras? ¿Existirá la posibilidad de que aunque sea por un momento tomes con seriedad mis sentimientos?
A veces desearía ser otra persona, alguien totalmente distinto, no tener miedo de tomarte de la mano y llevarte a recorrer mi mundo interior; tal vez así te enamores un poquito de mí.»
Leí en una nota pegada a uno de mis libros favoritos a mis quince años, Como agua para chocolate, de Laura Esquivel. Me sequé algunas nuevas lágrimas que se hicieron camino por mis mejillas y abracé a ese niño enamorado que tanto aborrecía injustamente. No recordaba ese sentimiento de querer ser otra persona, hacía tanto tiempo que estaba cómodo con mi yo adulto que llegué a olvidar que alguna vez odié existir como yo, como Julián Valentino Coria. ¿Era eso lo que vivía Bautista? Comenzaba a pensar que no éramos tan distintos, excepto que él había tenido los medios y los recursos para oficialmente ser otra persona. Los civiles de a pie solo podíamos vernos al espejo y llegar a alguna especie de acuerdo con nosotros mismos, o bien, y en el mejor de los casos, podríamos descubrir que así como ya somos, somos perfectos. Te lo juro por Dieguito Maradona, diría el pejerrey en Coraje el Perro Cobarde. Me sonreí, estaba desvariando.
Tomé luego de la caja una fotografía, una junto a todos mis compañeros de la secundaria en la Expo Carreras 2013 en el Pabellón Argentina. Yo me cubría la mitad de mi rostro con mi flequillo negro y lacio, y Bautista tenía casi una segunda cabeza de solo rulos platinados. Aunque había algo que no había notado antes: yo estaba sonriendo, estaba verdaderamente emocionado. Había podido conocer a estudiantes de Letras Modernas y sacarme diversas dudas que tenía en cuanto a la carrera y la salida laboral. Estaba ansioso por el futuro que me esperaba el día de mañana, pero Bautista parecía estar sintiendo todo lo contrario. Su rostro se encontraba apagado, e incluso me atrevería a pensar que estaba al borde del llanto. Una honda tristeza se dibujaba en cada uno de sus rasgos.
«El profe Ceballos te preguntó quién eras y vos dijiste que no sabías, todos se rieron y vos también, pero no sé si eso fue realmente un chiste. ¿En qué estarás pensando? ¿No te alcanza con ser el mejor jugador de tu edad? Creo saber todo de vos, como un fan de su idol, pero hoy dudé de eso».
Otra nota, esta vez pegada sobre una libreta en la que dibujaba flores cuando estaba aburrido. ¿Las crisis de identidad de Bautista venían desde hacía tanto tiempo? Creo que jamás le dí demasiada importancia al asunto, siempre estuve más preocupado en mis sentimientos y en el dolor que estos me ocasionaron. ¡Los mensajes del HijoDeLabruna!, exclamé al recordar que alguna vez hablamos de eso en Blindmatch. Busqué rápidamente en el historial de mensajes y, efectivamente, ahí estaba la confesión de que no recordaba su vida secundaria porque lo vivió cómo en piloto automático. ¿Cómo estaría la mente de una persona para dedicarse a respirar y ya? Especialmente siendo un pendejo que debería haber tenido su cabeza revolucionada por la inyección de testosterona y los múltiples estímulos de la vida en aquella edad.
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BLINDMATCH! (#ONC 2024)
RomanceJulián Coria, cansado de la superficialidad de las apps convencionales de citas, decide darle una oportunidad a una nueva app local que promete ser distinta a cualquier otra, la cual presenta perfiles sin rostros, sin cuerpos y sin nombres reales. S...