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Tras varias horas de viaje por carretera, por fin llegamos al dichoso internado.

Mi madre me había tenido más de una hora al teléfono felicitándome y sobre todo advirtiéndome de que me comportará bien y así lo hice, al bajar del auto sonreí todo lo que pude y les tendí la mano al presentarme, pero hubo algo que de verdad no esperaba en absoluto.

Había un chico, ¡ y no, no fue en absoluto como en las películas estúpidas de los humanos, donde el chico y la chica se enamoran a primera vista! Fue más bien como una sensación de familiaridad, al sentir el tacto de su piel con la mía, fue como si una ola de calor intenso recorriera todo mi cuerpo, algo que no sé explicar con palabras.

La verdad parecía amable, y mi madre siempre ha dicho que hay que ser simpática con la gente. Ella siempre ha intentado criarme lo mejor posible a pesar de las diferencias.

Andrea como siempre se había comportado como lo que es o cree ser, un niña rica de papá que se cree superior a los demás, aunque no se parece en nada a sus padres.

Cuando el director de la academia se nos presentó lo miró lascivamente, y en cuanto el chico que le acompañaba, se nos presentó como Dyson Schweinstein y nos tendió la mano, Andrea lo ignoró descaradamente. Pensé que yo sería la que dudaría de todos y de todo, que odiaría estar hay, pero por el momento no me sentía para nada extraña en ese lugar.
Aunque por un momento me pareció ver que el director me miraba extrañado y un poco confundido, pero cuando se dio cuenta de que le estaba mirando me sonrió como si no pasará nada.

Dyson nos acompañó hasta la torre norte, donde nos instalaríamos durante el tiempo que estuviéramos hay.

- Bueno, vosotras estaréis en el último piso, mi habitación está en el piso de abajo, así que si queréis, podéis buscarme para lo que necesitéis.

- Como sí te fuéramos a necesitar a ti para algo.- comentó Andrea por lo bajo, aunque creó que él la escuchó bastante bien.

- Bueno dejaré que os instaléis y vendré en un rato para enseñaros el resto de las instalaciones. ¡Espero que estéis cómodas!

Tras cerrar la puerta Andrea puso los ojos en blanco, antes de girarse y suspirar- Nunca creí que fuera a ser yo la que tuviera que pasar por esto. Natalia, por favor, organiza mis cosas.

Desde hace tiempo Andrea había sido así, pero pensé que cuando creciera cambiaría, ya veo que no es verdad, y me tocaría aguantar sus impertinencias.

Las habitaciones en las que no íbamos a quedar eran bastante amplias, con doble cortina, de seda y de terciopelo grueso, además de contraventanas de madera. La habitación también poseía un cuarto de baño amplio con plato de ducha y una gran bañera. El cuarto contaba también con una puerta que conducía a un amplio ropero repleto de estantes que llegaban hasta el techo, cajones y dos grandes asientos situados en el centro de la sala, a los lados de una pequeña mesita con un florero.

Creó que me sentiría casi como en casa, por lo menos en lo que al cuarto se refiere.

Decidí darme un baño, para descansar del viaje. Cuando salí ya era de noche y María ya había organizado todo el equipaje, decidí que ropa me pondría y me ayudó a vestirme.

- Ha venido una joven informándonos de que habría una pequeña presentación en él salón de actos del centro en su honor y en el de la señorita Moldava, para darles la bienvenida.

- Muy bien, María, muchas gracias. Dirijámosnos pues al salón de actos.
          
                
               

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