Santrael, ahora rey del inframundo, observaba su reino con una mezcla de orgullo y amargura. Las sombras danzaban a su alrededor, reflejando las almas torturadas de aquellos que habían caído en desgracia. A su lado, sus fieles seguidores, un séquito de brujas y hechiceros, aguardaban sus órdenes con devoción.
El inframundo, aunque vasto y poderoso, no era suficiente para Santrael. Su ambición no conocía límites, y su deseo de venganza contra el Creador ardía con una intensidad inigualable. Decidió que la Tierra, con sus habitantes mortales, sería el escenario perfecto para su próximo acto de rebelión.
Santrael convocó a sus más leales seguidores a una reunión en el corazón de su reino. La sala, iluminada por antorchas de fuego eterno, se llenó rápidamente de figuras encapuchadas, sus rostros ocultos en las sombras. Con un gesto de su mano, Santrael hizo que el murmullo cesara.
-Ha llegado el momento de reclamar lo que es nuestro por derecho-, proclamó, su voz resonando con autoridad. -La Tierra será nuestro dominio, y los mortales se arrodillarán ante nosotros. Despojaremos al planeta de toda santidad y lo transformaremos en una nueva Babilonia, un lugar donde los instintos primordiales reinen supremos.
Los presentes asintieron, sus ojos brillando con una mezcla de entusiasmo y malicia. Santrael continuó, delineando su plan para infiltrarse en el mundo de los humanos. Él mismo adoptaría una forma humana, pasando desapercibido entre los mortales mientras sus seguidores sembraban el caos y la discordia.
Sin embargo, Santrael sabía que no sería una tarea fácil. Los humanos, aunque frágiles y fácilmente manipulables, también poseían una capacidad innata para la resistencia y la esperanza. Pero Santrael estaba decidido. Nada lo detendría en su búsqueda de poder y venganza.
Con la reunión concluida, Santrael se retiró a sus aposentos, donde comenzó el ritual para adoptar su forma humana. Las sombras se arremolinaron a su alrededor, envolviéndolo en un manto de oscuridad. Cuando el ritual terminó, Santrael se miró en un espejo de obsidiana. Su reflejo mostraba a un hombre de apariencia imponente, con rasgos cincelados y simétricos. Ojos profundos y penetrantes, de un color que parece cambiar con la luz, revelan una inteligencia aguda y un misterio insondable. Su cabello, oscuro como la noche, cae en suaves ondas que enmarcan su rostro, añadiendo un toque de rebeldía a su apariencia impecable.
La piel de Santrael es de un tono cálido y uniforme, como si estuviera perpetuamente bañado por la luz del sol. Sus labios, perfectamente formados, esbozan una sonrisa que puede ser tanto encantadora como inquietante, dependiendo de su intención. Su voz, profunda y melodiosa, tiene el poder de calmar o de infundir temor, según lo desee.-"Que comience la conquista", murmuró para sí mismo, antes de desaparecer en las sombras, listo para iniciar su misión en la Tierra.
ESTÁS LEYENDO
SUSPIRIA ╬
FantasíaSuspiria, la ciudad sumida en la oscuridad, se alza como un bastión de instintos primordiales. En sus calles retorcidas, hombres y mujeres forman un clan regido por pasiones ancestrales: venganza, lujuria, amor sin límites de género, soberbia... Tod...