Capítulo I: El que le tenga miedo a morir que no nazca

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Rosemary estaba segura de que no había hecho absolutamente nada fuera de lo común para terminar en la situación que estaba.

Se levantó como siempre a las 5:30 am para ir a pasear a su perro mientras su hermano se levantaba a darse una ducha para luego ir a la escuela. Esta semana ella tenía receso en su universidad, por lo que podría usar todo el tiempo del mundo para holgazanear, sin embargo, tiene prioridades que atender antes como un perrhijo.

Entonces, después de haber estado media hora en la plaza cerca a su casa mirando cómo su bebé corría de un lado hacia otro de vez en cuando deteniéndose para hacer sus necesidades, ella lo llamó para regresar y poder ir a tomar desayuno.

Lo primero que hizo fue desatar a su cachorro, lavar sus manos y darle agua además de comida; recién ahí fue a la cocina para encargarse de sus propias necesidades alimenticias. No obstante, al revisar la alacena en busca de algo para comer, se dio cuenta de que no tenían demasiadas elecciones para el desayuno.

Únicamente estaba las cajas de cereales, y Rosemary hace mucho tiempo se había hartado del maldito cereal.

—Ah, verdad, el mocoso se comió lo que quedaba anoche —murmuró para sí.

Teniendo dos hermanitos hombres que comen como si no hubiese un mañana, es de esperar que tengan que reabastecerse todos los días. Así que, con un resoplido tomó la cartera con dinero, su móvil y llaves antes de salir de casa dándole aviso a su madre, que al parecer estaba nuevamente dormida, que iría a comprar para el desayuno.

No era nuevo que luego de encargarse de preparar a su hermano pequeño para que fuera a la escuela, su madre nuevamente se iba a dormir. Después de todo, su otro hermano que iba en la misma institución se encargaba de llevarlo.

La cosa es. Rosemary iba caminando tranquilamente mirando de vez en cuando las plantas y flores de sus vecinos, al igual que las que se encontraban en pleno parque. Muchas veces tuvo la frabullosa idea de ir y cortar unas matas para plantarlas en su casa en macetas individuales. Al fin y al cabo lo había hecho antes.

Rosemary se rió para sí misma. ¿Desde cuándo mi mente se volvió como el de una mujer mayor dedicada al cuidado de su casa?

Hay muchas cosas que ha adquirido de personas mayores, tales como desayunar a las seis de la mañana leyendo el periódico o mirando las noticias; almorzar a las doce viendo noticias; charlar con sus vecinas cuando sale al antejardín para regar sus plantas o cortar el césped; intercambiar recetas con la Señora Marta que vive en la calle de enfrente. ¡Hasta toma siestas a las cuatro de la tarde!

Claro, eso es cada que tiene recesos en la universidad y fines de semana.

Negando con su cabeza, la joven continuó su andar.

Justo cuando iba cruzando la calle para llegar a la plaza que había traído a su mascota, Rosemary sintió algo húmedo y frío en su cuello, mas no le tomó importancia.

Pensó que podría tratarse de la brisa y helada mañanera puesto a que se había atado su cabello en un bollo desordenado, dejando su nuca desprotegida. Ella simplemente pasó su mano quitándola porque le produjo escalofríos y además apestaba.

Y así, despreocupadamente atravesó la plaza.

De pronto a medio camino, comenzó a sentirse extraña. Un mareo repentino la invadió, teniendo que detenerse y parpadear para intentar alejarlo. Sin embargo, este únicamente se iba intensificando. A su vez, su cuerpo empezó a adormecerse. Le hormigueaban los brazos y sus piernas flaquearon, por lo que tuvo que ir a afirmarse de una banca para no caer al suelo.

Antes de que su visión se oscureciera, a lo lejos vio a una mujer acercándose, mas no pudo divisar bien su rostro ni menos formular alguna palabra para pedirle ayuda.

I Wɪʟʟ Bᴇ...  (WangXian x OC) [V] [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora