En la ciudad de Seabrook, Zara, es adoptada por la familia Necrodopolis tras ser abandonada en las calles. Su vida da un giro cuando una manada de hombres lobo llega a la ciudad en busca de su piedra lunar y su líder, la gran alfa.
La tarde caía sobre Seabrook mientras el autobús de regreso del campamento de animadores se extendía por la tranquila carretera. Addison estaba sentada al lado de Bree, ambas se encontraban felices por volver a casa, Bree le comentó que se sentía triste porque Bonzo aún no la había invitado al baile. Sin embargo la mente de Addison no podía evitar divagar hacia Zed.
—¿Zed se habrá olvidado de mí?— pronunció con preocupación
Mientras tanto, a poco metros de ellas, Zed se esforzaba en armar una sorpresa especial para Addison.
El autobús seguía su camino, cuando en medio del sendero, sin darse cuenta, empujó un hilo que iniciaría todo un circuito programado para invitar a Addison al tan esperado baile. Carteles se desplegaban dejando leer su mensaje y todos al unísono enunciaron.
—Addison... ¿Quieres... ir al baile...— al levantar al mirada hacia el frente pudieron notar una flecha luminosa que señalaba a Zed, que estaba sobre una escalera. Con un estruendo ensordecedor el vehículo chocó con aquella escalera donde se encontraba Zed, sacudiendo violentamente a ambos y haciendo que Zed se caiga de su agarre.
En un instante de preocupación su hermanita menor, Zoey y su hermana Zara fueron a ayudar a su hermano, quien se recuperó del golpe y fue corriendo tras el autobús que había perdido el control luego del choque.
A pesar del accidente, todos se encontraban bien, Addison se aventuró en el bosque en busca de Zed, sin darse cuenta del peligro que la acechaba.
Entre la espesura de los árboles un grupo de hombres lobo observaba en silencio a la joven y desde los arbustos una mujer lobo salió para dejarse ver y soltó un aullido haciendo que Addison se asustara y se pusiera en alerta.
Zed se acercó por su detrás y puso su mano sobre su hombro, provocando qué Addison se asustara y soltara un golpe en forma de defensa, al darse cuenta que la persona que había golpeado era du novio, Addison, lo abrazó y se relajó.
Todos se acercaron hacia ellos y Addison advirtió —No estamos solos, estamos rodeados de hombres lobo— esa última oración provocó un sobresalto en los animadores y una sorpresa en la hermanita menor de Zed y Zara.
—Cool— soltó la pequeña dejando ver su entusiasmo ante la noticia
—No creo que sea algo para alegrarte Zoey— dijo Zara llamando la atención de la niña. —Lo mejor es irnos de aquí, no sabemos lo que esas criaturas podrían hacernos- agarró a zoey de la mano y se la llevó. Zara no quería exponer a Zoey a ningún peligro, siempre fue muy sobre protectora con ella y Zed, evitaría cualquier situación que los pondría en peligro, ella sabía lo que era sufrir y nunca dejaría que algunos de ellos dos pasara por lo mismo.
Todos volvieron a la ciudad y se reunieron en el ayuntamiento para escuchar lo que la alcaldesa tenia para decir sobre aquel encuentro que ocurrió con los hombres lobos.
—Las leyes anti monstruos se restituyen— la ciudad ahora estaba asustada y en alerta, se tenía que respetar un toque de queda y volvieron restricciones viejas para los zombies, algo que molestó mucho a Zara y Eliza que eran activistas y defensoras de los derechos de los zombies.
Zara volvió a casa con Zoey y su padre, Zevon. Al llegar, Zevon se dirigió a la cocina para preparar la cena, mientras Zara y Zoey se acomodaron en el sofá de la sala. Zoey, llena de energía, no dejaba de hablar sobre su deseo de encontrar un hombre lobo y convertirlo en su amigo.
—Si tuviera un lobo amigo, sería más divertido— insistió Zoey, tratando de convencer a su hermana mayor.
—Estoy segura de que son peligrosos, Zoey. Además, tienes a Gus, ¿qué mejor compañía hay que tu perrito?— respondió Zara, intentando disuadirla.
—Con un lobo, no sería la única monstruo de mi clase— dijo Zoey con tristeza, sintiéndose aislada por ser la única zombie entre sus compañeros.
Zara notó la tristeza en los ojos de su hermana y se inclinó hacia ella, acariciando su cabello con ternura. —Ey, no pongas esa cara. Ser única es mejor que ser una más del montón. Tú destacas, y eso es algo que debes tener siempre claro— la consoló.
Zoey sonrió débilmente ante las palabras de Zara, y Zara le dio un suave empujón hacia la escalera. —Vamos, ve a tu cuarto. Enseguida subo a jugar contigo, solo voy a darle de comer a Gus primero.
Zara sirvió un plato de comida para el perro de la casa y luego subió al cuarto de Zoey. Al asomarse, vio que Zoey estaba absorta dibujando, su tristeza había sido reemplazada por la concentración en su arte. Decidió no molestarla y se dirigió a su propia habitación.
Una vez allí, Zara agarró sus auriculares y los conectó a su guitarra, un talento que solo compartía con su hermano Zed. La guitarra fue un regalo especial de Zevon. Cuando era niña, él le regaló una guitarra vieja y maltratada, la única que pudo conseguir en ese momento. Zara aprendió a tocar con esa humilde guitarra, encontrando en la música un refugio.
Con el tiempo, y tras la cancelación de las leyes anti-monstruos, Zevon consiguió un buen empleo y le regaló a Zara una guitarra nueva, junto con un equipo profesional, reconociendo el talento que había desarrollado su hija. Para Zara, tocar la guitarra no era solo un pasatiempo, era un santuario, un lugar donde podía expresarse sin reservas. Con los auriculares puestos, comenzó a tocar, y aunque nadie más podía escucharla, para ella, esa música lo era todo.
Zara sabía que, aunque su vida estaba llena de responsabilidades y desafíos, siempre tendría su guitarra, su refugio secreto, algo que solo Zed entendía. Mientras tocaba, se sentía más conectada consigo misma y con aquellos que amaba, en especial su hermano, quien compartía con ella la comprensión de lo que significaba ser diferente en un mundo que aún estaba aprendiendo a aceptar a todos por igual.
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