002. You were late

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Después de aquel largo abrazo entraron a la gran casa nueva de Minjeong.

La mano de la azabache rodeaba la espalda de Jimin, haciéndola sonrojar por su tacto y aura dominante.

—Puedes sentarte. ¿Cuándo llegaste? Cuéntame... ¿Estuvo bien el extranjero? —pregunta Minjeong con emoción, dirigiéndose a su cocina por dos tazas de café, mientras que Jimin se acomodaba en el sofá individual con cierta pena.

—Llegué hoy en la mañana y el extranjero estuvo bien, conocí mucha gente amable, pero la escuela era muy estresante... Por eso no te hablaba tan seguido —su sonrisa fue desapareciendo poco a poco. Le dolía el no haber mandado ni una carta a su adorada amiga de la infancia.

—Ey, no te preocupes —se apuró a decir en cuanto vió a Jimin desanimarse—, yo estuve bien estos años, sabía que era difícil comunicarnos por muchas circunstancias, pero lo bueno que ya estás de regreso —sonrió. Jimin asintió y le regresó una sonrisa, cuando su mirada se topó con esa cosa.

El dedo anular, de la mano izquierda de Minjeong, portaba un hermoso anillo de oro con un gran y brilloso diamante. No supo cómo lo había pasado por desapercibido.

—Oh... —dijo Minjeong cuando notó a dónde miraba Jimin— Sí... Me voy a casar —murmuró mirando hacia otro lado, la situación se había vuelto incómoda al ambas recordar lo que se habían dicho años atrás.

Jimin rió, desconcertando a Minjeong.

—Es gracioso... Aún recuerdo cuando te dije que nos casaríamos cuando tuviéramos veinticinco—negó. Qué tontería.

—Bueno... Llegaste tarde —hizo una línea con sus labios y con un semblante serio miró a Jimin, dándole a entender que aquellas palabras le habían sido importantes todos estos años.

—¿Qué? —preguntó confundida por lo que acababa de oír.

—Conocí a Junho algunos meses después de haber cumplido veinticinco—confesó.

Karina bajó la mirada.

—Minjeong... No sabía que mis palabras habían sido tan importantes para ti, lo siento, yo la verdad cada vez que recuerdo esa ocasión me da demasiada pena, era sólo una niña diciendo incoherencias —suspiró.

—Tú habías hecho una promesa, siempre me dijiste que nunca rompes alguna... Yo siempre pensé que sí volverías —suspiró—. Fuí tonta e inmadura —talló su frente y se recargó en el respaldo del sofá, cubriendo su rostro con ambas manos.

Jimin se iba a acercar, pero se detuvo al ver que la azabache quitó sus manos de su rostro y abrió los ojos.

—Afortunadamente... —se volvió a acomodar— Conocí a Junho —sonrió, mirando a Karina. Su tono de voz era rudo.

—Ya veo... —formó una línea con sus labios, satisfecha con lo que había oído— Creo que debo irme, tu prometido seguramente llegará pronto —se levantó del sofá, siendo seguida por Minjeong.

Minjeong rió a secas.

—¿Y qué tiene? Tú eres simplemente una vieja amiga del vecindario, nadie por quien mi prometido deba estar celoso —con una sonrisa burlona hizo a Jimin enojar y fruncir su frente con evidente molestia.

—Wow, ¿"Nadie", en serio? Bueno, recuerdo que antes a este "nadie" te gustaba darle besos a escondidas cuando su mamá no veía —ahora Karina sonreía burlonamente, mientras que Minjeong daba un paso hacia atrás al ver que la castaña se acercaba peligrosamente a ella.

—Así como yo superé esa infantil promesa, tú también supera el pasado —con su mano en el pecho de Jimin, la detuvo—. Ahora estoy, felizmente, comprometida —puso su mano casi que en los ojos de Jimin, mostrándole otra vez ese anillo.

Jimin apretó su boca. Chasqueó su lengua y se apartó.

Pero Minjeong mentía. No estaba feliz con este compromiso, ya que nunca había dejado de pensar en Jimin. Y si se había comprometido con Junho fue para tratar de olvidarla, al ver que no había funcionado quiso terminar con él, pero era tarde, pues el mismo día que había decidido hacerlo, él le había pedido matrimonio.

—Ya me voy, Minjeong —recogió su bolso y se giró para ver a la azabache— Mándame mensaje para reunirnos un día... Sólo cuando dejes de ser tan idiota, felicidades por tu compromiso —lanzó un beso al aire y salió de la casa de Minjeong, chocando contra un duro pecho— Ouh —se quejó—, lo siento, no me fi- —se detuvo al ver frente a ella a un hombre. Seguramente era el prometido de Minjeong. Lo analizó de pies a cabeza— Que mal gusto —pensó—... Hasta luego —Junho la miró sorprendido, pues no sabía de quién se trataba. Él, al girarse, hizo que Jimin notara una marca en el cuello del hombre.

Oh. Por. Dios.

Era labial.

¿Acaso los hombres eran tan idiotas como para decirles a sus amantes que no dejen sus besos en partes tan notorias?

Fingió haberse ido y se escondió tras los arbustos, viendo lo que esperaba ver; Junho estaba fijándose por la cámara de su celular su cuello, y efectivamente, se borró la marca del beso al frotar con fuerza. El pelinegro volteó rápidamente al notar a Jimin escondida. La castaña al darse cuenta que la habían descubierto, salió corriendo de ahí sin parar.

Tomó aire cuando estuvo unas cuadras lejos de la casa.

—Que... Imbécil —negó. Imagínate serle infiel a tremenda mujer.

Ahora se debatía si decirle o no. Pero eso no era de su incumbencia, tal vez ella ya lo sabía.

Caminó de regreso a casa. Sentía cierta emoción por aquel reencuentro, por haber vuelto a ver a Minjeong.

Quería verla de nuevo.

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Promise || WinRinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora