La veo sonreír, es tan hermosa y delicada, quisiera que esa sonrisa no estuviera dirigida al teléfono. Ella parece notar que la miro y fija su vista en mí, es el primer contacto visual desde que nos levantamos, me sonríe, eso solo me genera más dolor, porque la sonrisa no llega a sus hermosos ojos, esos color café tan bonitos que me llenan de locura. Deja su teléfono a un lado, no sin antes haber apagado la pantalla, me abraza, yo le abrazo de regreso, pero no puedo despegar la mirada de su móvil.
Suena la alarma de su teléfono y ella rompe el abrazo tan fácilmente, me deja solo en la cama mientras el frio es el que me consuela dándome un abrazo en el alma. Me levanto de la cama, me recuesto al marco de la puerta y veo como se peina en el baño frente al espejo, ese cabello castaño claro que se me hace parecido al de una ardillita. Veo que me mira por el espejo, pero no sonríe como ese primer año juntos. Esta justo en el baño, pero es como si no estuviera.
Oigo el timbre de su teléfono, es distinto a su tono habitual, ella sale del baño a toda velocidad y responde de inmediato, mi corazón se vuelve un espejo roto, porque cuando yo la llamo el teléfono no es respondido hasta el quinto timbre, y a veces ya ni me responde. Ya no me dice te amo ni me tira besos al final de esas llamadas donde escucho su voz hermosa, tan melodiosa como la quinta sinfonía de Beethoven.
Ella se empieza a arreglar rápido, se pone ese hermoso vestido verde que le regale en nuestro aniversario, ese que la hace ver como un hada. Se pone unos tacones para verse más alta, porque es una enanita toda tierna. Sale corriendo sin despedirse de mí, mi corazón suspira al oír el ruido que hace con sus tacones al huir de mis brazos, ya no es mi pulgarcita.
Agarro una hoja de la libreta que ella me regalo, esa que dice nuestros nombres. Escojo esa pluma de tinta morada que tanto le gusta, empiezo a escribir:
“Para mi pulgarcita linda
Sé que ya no hay espacio para mí en ese corazón baterista, ahora ya ese sonidito no es para mí. Decidí alejarme, soy egoísta con mi corazón y preferí ver tu sonrisa mi rayito de luz. No te suelto fácil enana bella, no es fácil mi ardilla consumidora de cafeína. He estado semanas dándole vueltas y vueltas, llegue a la conclusión de que, si él te saca esa sonrisa que ya no logro sacarte, esa que me ilumina el día gris, entonces ¿quién soy yo para negarle tal hazaña? Me quito del camino, no porque no te amé, me quito porque te amo con tal locura que prefiero verte feliz con ese que te hace sentir mariposas. Mi enana, te deseo lo mejor de lo mejor, espero que él sepa hacer un buen cafecito en la mañana, pero si por casualidad me entero de que te hizo llorar, aunque sea un poquitito, le romperé la cara por hacer llorar a tan bella dama.
Te amo con locura, te dejo porque verte feliz es mi concepto del amor.”
ESTÁS LEYENDO
El alma no conoce de títulos
PoetryVarias historias... algunas de romance, y otras no tanto. Entra en mi cabeza un rato, ya dejé los asientos preparados.