Prólogo

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Sus ojos.

Solo pude verla por un instante, pero sentí que fue una eternidad, desde ese día no pude olvidar su mirada, sus ojos: de un tono marrón oscuro que con el rayo de sol posado en su rostro eran de un color avellana tan precioso, que me transmitieron paz cuando me pude cruzar con ellos. ¿Quién diría que el destino nos haría volvernos a encontrar?

Me llamo Michael, me conocen comúnmente por mi apellido, o mejor dicho, por el apellido de mi padre: "Hernández." Soy el típico dibujante de mi salón, quien no suelta sus auriculares para concentrarse al dibujar, me gusta cantar y tocar el piano, aunque admito no soy bueno en ello, pero me gusta hacerlo.

No puedo creer que cambie mis auriculares por escuchar su voz, y si, el dibujante por fin saco la cabeza de su cuaderno, ¿Cómo es posible que sus ojos me quiten el sueño como una taza de café por la mañana? Y ahí estaba, la chica de mis sueños e incluso mejor de lo que algún día soñé, llegaste a mi vida para escuchar la voz de alguien que no se le permitía opinar, y te agradezco por darle un giro tan inesperado a mi historia.

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