Interés.

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Fushiguro exhaló con lentitud.

No iba a mentir, el desorden mental estaba acabando con él. Se sentía tan estresado, agobiado, que incluso bajo su almohada en forma de panqueque, estaba ese pulsante dolor cerebral.

Sucede, que su pobre cabeza no lo había dejado tranquilo desde casi la noche anterior. Afectado por el gran insomnio además y así llevando un día con dificultad.

Megumi, solo no podía dejar de darle vueltas a su cabeza; una vez que la oportunidad aparecía era como sí no quisiera abandonarlo. Y no era por otra cosa que una emoción muy característica de sí, la curiosidad.

Exacto, el azabache comprendía los riesgos. Podría verse retraído en cuanto a expresión verbal pero ante lo desconocido, Fushiguro era muy perseverante. Exigente a su vez, más sí se trata de algo que su novio se lo transmitió con demasiada pena. Que de igual manera, impactó.

Megumi imaginaba saberlo, quizá hasta haberlo oído antes. Pero, sus activas neuronas solo le decían lo contrario, entender algo que ni siquiera él consideró antes era imposible. El azabache para un comienzo, jamás supo acerca del romance ni su representación.

¿Cómo iba saber que estando en relación con Yuji, eso era de suma importancia?.

Recordaba como todo surgió por su pregunta, según él tan simple de "¿qué cosas hacen las parejas?" siendo un verdadero virgen en ese tema. Viendo a Itadori con la inocencia más clavada del mundo; en dónde solo recibió una mirada sorpresiva de éste junto a un enorme rubor en sus mejillas.

Era evidente que ante Itadori, esa cuestión no venía con atrevidas intenciones ni similares. Conocía lo suficiente a Fushiguro como para afirmar su normalidad en la duda.

Sin embargo, aún pese haberla descrito con ese fin; por muy dura que hubiera sido. Megumi al finalizarla, solo pudo recibir una revelación que terminó por dejarlo estupefacto, algo aturdido y preocupado. No fue capaz ni de agregar algo más después de la respuesta, o siquiera dirigirle alguna palabra. Su razón, era que tras esa inesperada contestación, sintiera la necesidad de golpear a Itadori por dos obvios motivos.

Uno, que algo tan necesario fuera descartado desde el inicio, sin decirle absolutamente nada. O lo segundo, la causa del no decirle aún con ese gran detalle.

Aunque en realidad, Fushiguro tenía sus propias ideas. Así como esa vez dónde golpeó a Gojo por querer darle un beso en la frente de niño, porque su pensamiento era que esté quería escupirle sin razón. Así, de esa forma Megumi creía que podría tratarse de una burla igual.

Además siendo exactos, el ofrecer afecto por físico nunca fue lo suyo. Endurecerse como una roca era su defensa en ese aspecto; y la prueba venía igualmente de Gojo. Quizá su extraña forma de crianza también tuvo que ver, maldición Satoru. Más aún así, el azabache no estaba del todo cerrado a intentarlo, mayormente estaba aceptando por algunas cosas dictadas, qué a su parecer incitaba a esa exploración por ponerlo a prueba.

Algunas, que por fortuna tenía la información debido a fuentes más recientes y a su propio entendimiento. Porque claro, era universal saber sobre eso.

Las caricias, besos y el sexo. Son aprendizaje de estudiante, entre los riesgos, cuidados e higiene, vienen lo que para un jóven puro con una edad ya lo suficiente alcanzanda curiosea por explícitas razones. Lo normal, solo que a ese punto, Fushiguro no lo había fantaseado.

O al menos no tan excesivo, como a un grado de ser influenciado por el inmenso interés.

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𝗡𝗼𝘃𝗶𝗼𝘀 | ITAFUSHIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora