Satisfecho.

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"Parte explícita".



Itadori suspiró cerca de sus nudillos, presionaba éstos bajo su nariz, con temblores de pies. Estando sentado, entre aquella amplia cama, ya hacía quién lo tenía así.

—¿Es Kugisaki? —Fushiguro cruzó entonces sus brazos ante la repentina notificación en el bolsillo de su novio; Yuji a junto soltó otro resoplido antes de negar. Revisarlo con prisa, para así volver a esconderlo.

—Es, el profesor Gojo—Dijo nervioso—Tiene, al parecer una misión con altos riesgos, necesita nuestra ayuda, algo así entendí.

Tocó su puente de nariz.

Maldición; ¿qué clase de atmósfera estaba ocurriendo?. Megumi miraba los gestos del contrario como sí todo hubiese sido culpa suya, como sí lo dicho con anterioridad fuera mejor dejarlo en el olvido.

Era malo, el azabache no creyó que pudiese formar un problema con la confesión que salió, después de ese imprevisto juego con doble sentido.

Es decir; ¿qué tan obvio tuvo que ser para qué Yuji supiera lo que pasaba?.
Ni siquiera se esperó una reacción tan fuera de lugar por su parte, creyó que resultaría un poco impactante, sí, un continúo movimiento sorpresivo tal vez. Pero, en definitivo no esperaba muestras de silencio con un rostro vacío, ni tampoco que resultara tan complicado aún grado de no saber ni por dónde empezar.

Itadori no era así. No cabía la razón porque Megumi, idealizaba qué esté también quería hacerlo, que en su instante se vería afectado por esa petición pero ahora, ya ni siquiera sabía que concluir con eso.

Estaba sintiéndose tan avergonzado, apenado. Que las ideas del anhelo se comenzaban a ir, con ellas las ganas fuertes de establecer algo.

Solo quería acabar con ese raro, incómodo momento.

—Puedes contestarle —Megumi dejando una mirada más firme, se atrevió a decir ante aún, el mar de emociones del rozado; lo mejor es desertar en cualquier caso—Sí tú también estás de acuerdo será...

—¿Por qué no me lo dijiste antes?—Robando toda la atención del lugar, Yuji cuestionó con tristeza en sus facciones. El alto apretó su piel con desviación abajo, volviendo a ver luego, a un Itadori cabizbajo—Por qué...

Su corazón casi late con asido; ¿en verdad era tan necesario esa escena dramática?. No solo estaba dando su límite de culpabilidad, Yuji estaba haciéndole una ruptura, por haberlo puesto en esa innecesaria situación.

—Eso ya no importa —Expresó al borde de expulsión de lágrimas. Ya había llegado muy lejos como para finalizar así pero, simplemente su integridad ya no podía más; para comenzar ¿qué diablos era eso?—Puedes olvidarlo cuando quieras.

Harto de todo ese espectáculo. Megumi pasó su pésima actitud como irrelevante, antes de darse la vuelta dispuesto a irse; o esa era su idea ante la ocasión. Pero cuando su mano no estaba ni por cerca de tocar la perilla, el fuerte, marcado brazo de Yuji se aferró al suyo, igual a un tierno niño.

Sus intenciones eran fugarse. Aún sí tuviera otra cosa que decirle, el chico solo quería salir debido al desastre, que a simple vista se percibía, nunca pasó por tanto abatimiento craneal, ni estando en misiones, mostró siempre una ejemplar imagen para todos, con expresiones duras y firmes.

Jamás fue un hechicero débil, o un ciudadano sentimental. Pasaba sus mayores días en querer ser mejor, incluso con Itadori a su lado; más aunque se esforzaba en seguirlo.

𝗡𝗼𝘃𝗶𝗼𝘀 | ITAFUSHIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora