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Jeon Jungkook estaba frente a mí ofreciéndose llevarme a casa. Era un par de centímetros más alto que yo así que debía alzar la cabeza para mirarlo, lo miraba aún sin saber qué decir, nada de esta situación se sentía real. Por su lado, Jungkook esperó a que el ascensor cerrara sus puertas para dirigirse a mí. Aproveché que su miraba se encontraba en dirección a los ascensores para dar un paso atrás. Cuando regresó su mirada a mí pude ver el brillo de sus gigantes ojos café, desde siempre me había parecido que al nacer le instalaron luces led en la córnea. Tenía una sonrisa tímida que le devolví con otra aún más tímida y una pequeña reverencia con la cabeza. Me sentía incómoda, desconocía si él también.

— Noona, me alegra verte otra vez. Ha pasado mucho tiempo.
— Hola, Jungkook, sí, han pasado varios años.
Ocho para ser exactos, pensé, yo sabía exactamente todo el tiempo que había pasado.

Antes de que Jeon volviera a hablar lo interrumpí. Acomodando bien el bolso que traía en el hombro y la gigantesca canasta.

— Gracias por ofrecerte a llevarme, no es necesario ya pedí un taxi. — estaba tensionando mis hombros inconscientemente, si este chico era como lo recordaba, no me dejaría ir fácilmente.

— No hay señal aquí en el sótano y la recepción ya está cerrada, no te voy a dejar tomar un taxi en la calle, noona. — estrés mental era lo que sentía, claro que él ya sabía y encontraría la forma de salirse con la suya. Exhalé. — Aparte, voy de camino a tu apartamento, Giol Gangnam Residences, unos amigos viven ahí.

Acto seguido tomó la canasta de mis manos y empezó a caminar hacia los carros, lo seguí porque ya me había rendido y no tenía ningún argumento pasable para rechazar su ofrecimiento. Se detuvo frente a un Mercedes, el que había mencionado antes en Recursos Humanos, abrió el maletero para acomodar la canasta y corrió a la puerta del pasajero para abrirme la puerta, murmuré un gracias y subí. El carro era espacioso y olía a cuero, era todo negro por dentro con detalles de madera oscura, los asientos se sentían como una nube. Jeon entró de un brinco y arrancamos a la salida. El escenario eran tan ajeno, se desempolvaron en mi mente los recuerdos de un Jungkook de 14 años y yo de 17 colándonos en el metro para ahorrarnos los pasajes y de pronto me encontraba con el mismo chico ahora de 24 dentro de un carro de lujo ¿en qué momento había cambiado de realidad? Llevábamos un par de minutos manejando y el cansancio me tenía descansando la cabeza en la ventana, siento arrullada por las vistas de Seúl por la noche, iluminada por miles de luces destellantes; amplias avenidas y edificios magníficos pasaban rápidamente por mi vista, se me había olvidado lo tensa que estaba hasta que recordé que no habíamos intercambiado ni una palabra desde el estacionamiento. Me enderecé en mi silla y giré un poco la cabeza en dirección al conductor.

— Tenemos que pasar antes por mi casa, tengo cosas por recoger.
— Claro. — otra sonrisa amplia ¿realmente estaba tan contento de verme? — Jeje, pensarás que soy un niño, me emociona mucho verte otra vez Rina noona.

Mi pensamiento se respondió en cuestión de segundos. Lo miré nuevamente y le sonreí, todavía sin las palabras correctas para responder, y no hizo falta porque Jungkook continuó hablando.

— Hace un par de meses escuché tu nombre en una reunión de la junta directiva, no sabía si realmente serías tú, te busqué en internet y vi que ahora eras modelo. Suena un poco tonto, pero estaba ansioso de verte otra vez... — el carro se detuvo en un semáforo rojo, Jungkook suspiró y las luces de la calle se reflejaban en su rostro con un tinte de tristeza. — después de que te fuiste, tuve una temporada difícil, todos la tuvimos. Debutar fue horrible, no dormíamos ni comíamos, estábamos endeudados hasta la mierda.

Hardwired - Min YoongiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora