Hacer que el diablo se enamore de tí

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Alastor necesitaba llegar al trono, de una manera u otra. Ya le había dado muchas vueltas en su cabeza y existían dos opciones: matar al rey del infierno o convertirse en su esposa. Ambas eran igual de difíciles e irreales, pero la que tenía más probabilidades de salir adelante era la segunda, así que Alastor se puso manos a la obra.

Primeramente, se ocupó de hacerse a la idea de que, si el plan salía bien, debería tener relaciones sexuales con Lucifer en algún momento. Aunque la idea le parecía desagradable, sabía que tenía que hacerlo por el bien del plan. Por supuesto, lo pospondría todo lo que pudiera. Luego, tenía que ocuparse de la parte romántica, ya que Alastor conocía bien las convenciones sociales. Sin embargo, en el momento en el que entraran en una relación, necesitaría ayuda de la única persona que le podría ayudar en estas circunstancias: Rosie.

Rosie era encantadora y sabía dar consejos sobre absolutamente todo. Si algo no le parecía bien, te lo diría, pero su lealtad moría contigo. Era la persona perfecta a la que pedirle consejos sobre el "amor" y sobre cómo enamorar a alguien. ¿Un plan para enamorar a Lucifer? Difícil, ¿verdad? Pero de seguro era más fácil que matarlo, considerando que, literalmente, es inmortal.

Entonces, Alastor llamó a Rosie al hotel, ya que tenía entendido que para que las personas te vean con buenos ojos, tienen que verte rodeado de gente que dé buenas vibraciones, y Rosie de seguro era una de ellas.

"Alastor cariño, qué alegría verte", dijo Rosie con una sonrisa cuando Alastor le abrió las puertas del hotel.

"Igualmente, querida", se saludaron, con un rápido abrazo, mientras Alastor la hacía pasar y se aseguraba de que los que estaban en el vestíbulo, incluido Lucifer, los vieran.

Después de saludar a todos con una sonrisa, ambos se encaminaron hacia la habitación de Alastor, donde tenía preparada una mesita con té caliente recién hecho.

"¿Qué ha sido todo ese paripé?", preguntó Rosie, con una sonrisa amable pero directa al grano.

"Hnnm. Diría que tengo algo de lo que... hablar contigo. O más bien, pedirte consejo", admitió Alastor.

"No me imaginaría ni en mil años que vinieras a pedirme un consejo personal, Alastor", dijo mientras se sentaba en la silla. "¿Quizás estás tramando algo?"

Alastor echó sus orejas hacia atrás ante el comentario. No podía dejar ver sus intenciones tan bien si quería que su plan saliera bien.

"En efecto, tengo un plan un tanto arriesgado", confesó.

Rosie se rió mientras sorbía un poco de té. "Ilumíname".

"Quiero llegar al trono del infierno. Es la manera más rápida de acabar con el trato que tiene a mi alma presa", explicó Alastor. "Y de llevar a cabo mis planes".

"Alastor, no estarás pensando de verdad luchar contra Lucifer, ¿cierto? Eso es un suicidio", respondió Rosie con seriedad.

"Por supuesto que no, querida. Jamás haría algo tan arriesgado. Quiero enamorarlo, para así compartir el trono", declaró Alastor. "Aunque no me emocione esa palabra".

La cara de Rosie era una mezcla entre incredulidad y sorpresa.

"Oh, Alastor. No puedes estar pensando en eso de verdad", dijo, seriamente preocupada.

"¿Por qué no? Solo necesitaría algunos consejos de la mejor casamentera de todo el infierno... ya sabes que no sé acercarme a las personas en ese sentido. Además, tampoco puede ser tan difícil fingir-", Alastor se detuvo al pensar que escuchaba un sonido en la puerta de su habitación. Salió a mirar y no había nadie; quizás se lo había imaginado.

Self-deception (radioapple)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora