Nota perdida

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THAIS

El lunes, comienzo con la meticulosa tarea de revisar las citas y verificar los códigos que las cosmetólogas han proporcionado a sus clientas. Estos códigos son la clave para que, al finalizar el mes, puedan obtener el 10% de comisión de los productos que han vendido. No es sorprendente encontrarme con un empate entre Andrea y Lexi; ambas son expertas terapeutas con un talento innegable para vender los productos y garantizar que sus clientas continúen con sus tratamientos en casa. Su destreza comercial es tan impresionante como su habilidad técnica, lo que las convierte en rivales formidables en el mundo de la cosmetología.

Compruebo el reloj de la computadora, falta muy poco para mi hora de comida. Cuento con ese descanso para salir a la biblioteca e investigar el poema. Lo he dejado en la parte del fondo, atrás del monitor, para tratar de descifrarlo. De esa forma no me meto en problemas por ocupar el tiempo de trabajo en temas que no están ni remotamente relacionados.

—Espero que estes comprobando varias veces el monitor porque no puedes creer las veces que utilizaron mi código este mes —Lexi se acerca al mostrador mientras se masajea las sienes con un aceite esencial de menta.

De manera sutil tapo la nota con la agenda de citas para evitar que Lexi descubra la nota.

— ¡Oh, claro! Estoy tan sorprendida como tú. ¿No estarás trabajando horas extra? —bromeo, levantando una ceja con complicidad y tomando un sorbo de mi jugo de naranja.

— Hmm... —carraspea Lexi y me lanza una mirada dulce.

—No. Ni me pongas esos ojos que no te voy a decir la cantidad de veces que se utilizó el código de Andrea. Si Stella se entera, estamos muertas.

—Aguafiestas —saca la lengua y me lleva a la cabina para practicar un protocolo de masajes. La sesión es todo un éxito; ejecuté los pasos de forma satisfactoria, la clienta de Lexi elogió la suavidad de mis manos y la presión que ejercí.

Al regresar a mi escritorio, reviso la carpeta que voy a entregar a Stella con el informe de los códigos utilizados. Me falta la hoja 6, la que pertenece a la segunda parte del informe de Lexi. No está. Tampoco el informe de la computadora.

—Trágame tierra —susurro.

Busco frenéticamente en mi escritorio, reviso los cajones y pregunto a las pocas colegas que hay cerca, pero nadie ha visto la hoja. Mi mente empieza a correr, tratando de recordar si Andrea había pasado por aquí mientras yo estaba en la cabina. La posibilidad de que haya tomado la hoja para sabotearme me pone los nervios de punta.

De repente, Lexi vuelve a aparecer.

—¿Qué pasa? —pregunta, notando mi expresión preocupada.

—Me falta una hoja del informe. La segunda parte del tuyo, para ser exacta.

—¿Estás segura de que la tenías aquí? —pregunta, frunciendo el ceño.

—Sí, absolutamente segura.

Sin decir más, empieza a buscar conmigo. Sabe la importancia de ese informe, tanto para mi trabajo como para el suyo. Su presencia me tranquiliza un poco, pero no puedo evitar pensar que este es solo el comienzo de más problemas.

Antes de que pueda continuar, Stella me llama a su oficina para revisar el recuento de ventas. Su oficina es color azul turquesa, no sé si es por el color o la propia energía que emana de ella, pero me tranquiliza.

—Toma asiento —susurra, en medio de su conversación telefónica.

Me siento frente a ella, observando la decoración mientras espero. Stella me contó que escogió colores que predisponen a las personas. Eligió el color azul turquesa para su oficina y algunas cabinas porque es un color que tiene a evocar la sensación de calma y paz.

¿A primera mordida?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora