Pov.Aris:Es insoportable, aterrador, y doloroso. Dichos sentimientos florecen por si solos en lo oculto de mi esencia dejándome atónita. Los argumentos de su majestad a penas puedo procesarlos, casi no puedo escucharle. Mis pensamientos han sido bloqueados por una simple frase:
—Has sido marcada por su rey Aris, y lo que te queda de vida sufrirás bajo ese sello.—
Mi ignorancia fue tan grande que no pude percibir que tenía al mismísimo rey en las manos. Desde el primer instante capté su tétrica aura cargada de sufrimiento, pero ni en mis peores pesadillas soñé que me cruzaría con su persona.
¿Por eso me advirtió?, ¿Estas son las consecuencias de ayudarle?. Tengo claro que las tengo merecido, ¿Verdad?. Si soy consciente del error que cometí entonces...
¿Por qué dudo del castigo de la reina?
¿Por qué imploré por la ayuda de mi madre?.
Algo desconocido desea despertar, ¿Debo dejarlo?.
—¿Por fin comprendes la gravedad de tu desliz?.—
sus firmes palabras me liberan del trance.
—Si majestad...— contesto cansada, he sido la causante de todas y cada una de las heridas. No puedo culpar a los guardianes por obedecer órdenes, mucho menos a su alteza por imponerme este castigo al violarlas.
—Señora si pudiéramos...—
Después de permanecer al margen y mirar aterrorizada toda la escena, por fin mi progenitora intervino.
—¿No he sido clara?, no existen segundas oportunidades para un alma pecadora.—
Dirigió su vista a donde me encontraba, ya que eso fue lo que alcancé a divisar a través de la desordenada melena que cae como cascada encima de mi sudoroso rostro.
—El Consejo puede intervenir si así lo pidiese señora. Sé que es arriesgado y peligroso exponernos de esa forma, pero usted misma sabe que es posible.—
¿Exponernos?.
—Iris, estás exigiendo demasiado; ¿Es tanta tu soberbia para siempre llevarme la contraria?, te recuerdo que se considera pecado sentirla.—
—No me gusta hacerlo, pero en ciertos momentos sus elecciones son erróneas, por ejemplo como ahora.—
No reconocía a la dama que a pocos metros luchaba por mi seguridad, enfrentaba a la gran y respetada reina de los ángeles sanadores. ¿Dónde había quedado la dulce y pacífica Iris que me acunó durante años?.
—Quisiera decir majestad...—
La tímida voz de mi amada Helena me inundó los oídos calmándome un poco. Es tanto su poder que con unas simples melodías vocales puede calmar el comienzo de una tormenta.
—No te concedí la palabra, pido que no intervengas tus argumentos no son necesarios.—
—Si señora...—
Mi abuela le hizo guardar silencio, llevándose consigo la mínima tranquilidad que Helena creó en el ambiente.
—Madre por favor...—
Mamá volvió a rogar, creí que nuevamente la reina se negaría al pedido, pero para mi asombro su rostro cambió radicalmente.
—La llevaremos ante el Consejo, ellos decidirán. Si logras convencerlos nos resistiremos ante los arcángeles, aunque temo que no duraremos mucho.—
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Aris, El ángel que no debió pecar.
FantasyHistóricamente a los ángeles se les ha descrito como seres de luz, amor, y paz. Dedicados a su ardua labor con el gran Creador, y también la de proteger la raza humana. Alguna vez en nuestra vida nos han contado sobre estos míticos seres, mismos que...