Estados Unidos podía jurar escuchar los gruñidos de esos condenados detrás de las paredes, sostenía su arma con dureza tratando de calmar su notorio nerviosismo.
—Maldita sea — pensó — Russia, por favor, necesito que no vuelvas— rogó.
Sus compañeros sostenían con fuerza la puerta impiendiendo la entrada de los infectados, veía el rostro de desesperación en estos utilizando toda su fuerza para impedir que militares estadounidense infectados logren entrar. Rusia se había ofrecido a salir hace dos horas en busca de alimentos para el grupo y no habia regresado, USA rogaba porque no volviera al recinto ya que sería interceptado por todos aquellos zombies. Por su parte, Arabia Saudí y Egipto cargaban las balas de sus ametralladoras por si los intrusos lograban entrar; temblando en el proceso.
Por un momento, el ruido y los arañazos cesaron; dando alivio momentáneo.
— Rusia regresó — afirmó Finlandia, razonando el por qué del abrumante silencio pensando que quizá Rusia acababa de atraer a los zombies hacia sí mismo — debemos empezar a bloquear esta puerta.
Confundido, preguntó:
— ¿Por qué? ¿no deberíamos ir a ayudar a Rusia?
— Son demasiados, eso solo supondría la muerte de todos por defender a uno. Rusia pudo haber esperado, él hizo esto para... Salvarnos — notó el cómo sus compañeros comenzaban a agachar la cabeza en señal de respeto hacia el ruso, Estados Unidos se sintió indignado — en el mejor de los casos, Rusia podrá contra ellos — objetó el chino, de forma desinteresada; notó el repentino interés del ruso sobre el estadounidense hace unos días y no podía estar más que celoso; utilizando, quizás de forma inconsciente esta oportunidad para dejar morir al ruso.
USA sentía cólera e indignación, no podía creer que dejarán morir tan fácilmente a alguien con quién todos vivieron experiencias gratificantes.
— No podemos arriesgarnos — afirmó Finlandia con pesadez en su voz.
— Pero yo sí lo haré — USA prosiguió a abrir y cerrar la puerta ignorando completamente los gritos de negación de sus compañeros para buscar con la mirada al tricolor y derribar a algunos zombies en el proceso. No podía dejar que este muriera, no antes que él.
[. . .]
Egipto sonrió divertido al ver la determinación del estadounidense. Y animado, gritó una vez más entre abriendo la puerta;
— ¡Declárate y plántale un beso! — cerró la puerta obteniendo algunas miradas confundidas de sus compañeros.
Silencio, solo silencio. Uno que todos esperaban desde hace varios meses, un silencio tanto reparador como inseguro.
Singapur y Egipto sin tomar en cuenta el hecho de que Estados Unidos acababa de salir en una misión suicida y probablemente Rusia ya se encontraba muerto, se sintieron tan felices y seguros que se tiraron en el suelo y sonrieron; sonreír porque aún estaban vivos.