Mientras caminaba de camino a mi casa apreciaba el paisaje, no era algo extravagante, pero era un lugar bonito. Había casas dispersas por aquí y por allá, los jardines embellecian el ambiente. Siempre me gustaron las plantas y flores, pero nunca tube ningúna.
Ya estaba entrando a mi casa cuando, desde el patio de la casa vecina, algo llamó mi atención. Allí estaba él, mi amor platónico desde hace tanto tiempo, Adam.
Estaba sentado en un pequeño banco en el jardín de su casa, mientras sostenía su guitarra, muy concentrado. Estaba tocando algo que me gustó mucho, la verdad. Quería acercarme y escucharlo de cerca, sentir su aroma y estar ahí mientras componía tan hermosas melodías. Pero no tenía ese tipo de confianza con él, solo hablabamos de vez en cuando, cuando coincidíamos o algo así.
Al parecer, sintió mi mirada y levantó su vista, posando sus ojos en mí, compartimos una mirada. Sentí mis mejillas arder, Adam me sonrió, a modo de saludo, haciendo notar sus hoyuelos. Estaba muriendo mentalmente.
Despierta, Harper.
Meneé mi cabeza, saliendo de mis pensamientos y seguí mi camino. Saqué las llaves de mi mochila y abrí la puerta de mi casa. Antes de entrar, voltee una última vez para darle un vistazo a Adam, él seguía allí, metido en su mundo. Lo aprecié un momento, su cabello castaño estaba un poco mojado y se aferraba a su cara, parecía acabado de salir de la ducha; sus carnosos labios entreabiertos, igual de apetecibles que siempre.
No es como si me hubiera imaginado besándolo, ¿o sí?
Salí de mis incoherentes pensamientos, otra vez. Entré a mi casa, cerrando la puerta tras de mí. Dejé salir un suspiro. Quería que Adam se fijara en mi, pero estaba más que segura de que él me veía solo como "la vecina que veo de vez en cuando". No había posibilidades de que yo le llegara a gustar, además era menor que él y todavía faltaban unos meses para que cumpliera la mayoría de edad.
Caminé por el salón de mi vacía casa, mis padres aún no llegaban de trabajar, al parecer, demoraban un poco más o yo había llegado muy temprano.
Subí a mi habitación y me cambié el uniforme por una ropa un poco más suelta, hacía un poco de calor así que fuí a la ventana por un poco de aire fresco. Y ahí estaba de nuevo, mirando al chico de mis sueños, ya que desde la ventana de mi habitación se podía ver el patio de su casa. De verdad tenía que parar, parecía toda una acosadora.
Pero es que él tampoco cooperaba, debería ser ilegal ser tan lindo. Sonreí para mi misma, imaginándome como sería si fueramos algo más que vecinos, estar todo el día juntos, tomados de las manos, caminando por la ciudad y que me cantara esas canciones que tanto le gustaba componer. Estaba haciendo toda una historia de amor en mi mente.
Ok, esto tenía que ser una enfermedad.
Estaba, definitivamente, enferma.
Harper, eres una enferma mental.
Volví a suspirar, se estaba volviendo un hábito cada vez que miraba a Adam. Me metí en mi habitación y busque mi teléfono para empezar a leer en Wattpad, ese era mi mejor pasatiempo, siempre me gustó leer y también disfrutaba de escribir, incluso, una vez escribí una historia, pero nadie la leyó, me hubiera avergonzado mucho que alguien leyera mi historia.
Comencé a leer y el tiempo pasó tan rápido que ni siquiera me dí cuenta que ya eran las 7:35 cuando llegó mi madre. Sentí la puerta cerrarse y supuse que era ella, pues mi padre no llegaría hasta más tarde.
Salí de mi cama y bajé las escaleras hasta el primer piso dónde, efectivamente, estaba mi madre. Pero mi sorpresa fue que no estaba sola, la mamá de Adam, osea la vecina, estaba junto a ella.
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Mariposas
Teen FictionLa vida de Harper siempre ha sido muy monótona... ¿Cambiará eso ya?