capítulo 9

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En lo alto de un rascacielos de la ciudad, emergía de un tragaluces una mujer de cabello blanco como la plata y un traje negro que delineaba su figura envidiable. Llevaba un gran bolso a la espalda, que parecía contener más de lo que su tamaño sugería. Al ponerse de pie, fue sorprendida por un golpe feroz en el rostro, que la lanzó a la terraza inferior. Su atacante no era otro que Fénix, cuyos ojos ardían con un fuego indomable. Descendiendo hacia la gata, Fénix rugió con furia antes de agarrarla del cabello y propinarle otro puñetazo devastador. Los espectadores, no hicieron intento alguno de intervenir.

Spider-Woman: -¿Estás seguro de que esto está bien, Peter?- Preguntó, preocupada por la brutalidad con la que Fénix trataba a la mujer ensangrentada que luchaba por defenderse.

Spider-Man: Se detuvo en el acto de llevarse unas palomitas a la boca. -De hecho, he estado posponiendo esto. No se los había dicho, pero Fénix y yo estamos casados, aunque no de la forma tradicional. Es un matrimonio del alma. Ella ha sido testigo de mi historia, y yo de la suya. A Fénix no le ha gustado Felicia Hardy, dada nuestra tumultuosa relación y los sinsabores que me ha causado. Esto es una especie de venganza por su parte.- Explicó, y al unísono con Franklin y Valeria, se llevaron las palomitas a la boca, como si estuvieran presenciando una emocionante película.

Invisible Woman: -¿No deberíamos detenerla antes de que la mate?- Inquirió, alarmada al ver cómo Fénix tomaba a Black Cat del cabello, la giraba en el aire y la arrojaba contra la pared.

Spider-Man: -Sí, tienes razón.- Asintió, consternado por el lamentable estado de la mujer de cabellos blancos. -¡Cariño, no la mates!- Exclamó, antes de volver a su aperitivo.

Para cualquier ser humano, lo que Fénix le estaba haciendo a Black Cat equivaldría a una tortura, pero para la pelirroja, apenas estaba ejerciendo una fracción de su poder. Sin embargo, al oír las palabras de su amado, su ira se disipó como una llama sumergida en agua. Con un último y preciso golpe en la cabeza, Fénix dejó inconsciente a la ladrona felina.

Spider-Woman: -Sue.- Y la rubia se dirigió a la británica. -¿No te preocupa que tus hijos, de 12 y 10 años, presencien semejante carnicería?- Cuestionó, dada la violencia del espectáculo.

Franklin: -¿Estás bromeando? Esto es como ver una película, casi literalmente.- Comentó, agitando su enorme cubeta de palomitas.

Invisible Woman: -Hay cosas que no me preocupan, yo decido dónde ponerles límites.- Afirmó con la autoridad que le daba su experiencia.

Peter sacó su teléfono y comenzó a escribir algo.

Invisible Woman: -Has estado pegado al teléfono casi toda la noche, ¿qué es tan importante?- Preguntó, curiosa por su prolongada atención al dispositivo.

Spider-Man: Sonrió. -Es una sorpresa. La descubrirán en un par de días.- Dijo, dejando a sus amigos con la intriga.

Fénix: -Me siento... un poco satisfecha.- Declaró, envolviéndose en llamas para limpiar la sangre de sus guantes y rostro. -¿Nos vamos a casa a cenar?- Preguntó retóricamente, y todos abandonaron el lugar juntos.

Al día siguiente, el caos volvía a reinar en las calles de Nueva York. Una imponente mujer rubia, de dos metros de altura y musculatura definida, vestida con un traje negro y rojo, se enfrentaba a los policías con una ferocidad inusitada.

Stunner: -¡¿Dónde está Spider-Man?!- Bramó, su voz resonando como un trueno, antes de lanzar una patrulla con su colosal fuerza hacia los atónitos oficiales.

Spider-Man: -¿Ven, niños? Por eso es mejor no interponerse en la furia de una mujer.- Comentó con tono didáctico, como si impartiera una valiosa lección a sus jóvenes aprendices.

The Perfect Spider-ManDonde viven las historias. Descúbrelo ahora