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Las cosas referidas a la política y el poder en mis manos han salido bien estos últimos días, y por supuesto, estos últimos tres años. Pero en mi hogar, es todo lo contrario. Alemania se ha vuelto un poco más rebelde, en un par de ocasiones he solido levantarle la mano, pero luego me doy cuenta de mis actos y me arrepiento al instante. No me gusta ser así con él, pero hace que me moleste bastante si sigue jodiéndome con ese hombre italiano, ojalá nunca lo hubiera presentado a mi hijo para que luego él actuara de esa forma.

Estaba pensando que quizás ese chico nos haya tomado el pelo a su abuelo y a mí, y en que no debería siquiera pagarle debido a su tardanza.

Me encontraba nuevamente en la casa de Fascista, otra vez tomando tazas de té mientras charlábamos, pero yo estaba más concentrado leyendo una y otra vez la carta que "Argentina" le había mandado al postal de mi amigo.

"¡Cómo estás, abuelo! Me fascinaría cuidar y dedicarle algo de mi tiempo al hijo de tu amigo. Necesito distraerme un poco sobre lo que me está ocurriendo ahora mismo, lo más probable es que no llegue tan rápidamente, ya que debo encargarme de unos asuntos que me ponen de los nervios. Pero es más que seguro de que iré al país en donde ahora vives. Sólo espero que mi tardanza no sea mucha, tampoco quisiera incomodarlos con el hecho de que demoro demasiado. Los veré pronto.

Atte: Argentina..."

Leía atentamente cada palabra escrita por ese chico, y para serles sinceros, tenía una hermosa letra, ya que la misma carta estaba escrita a mano, lo que me daba curiosidad, cualquiera hubiese respondido sin tener que utilizar un plumín de metal o en todo caso una pluma y tinta para trazar cada línea y cada curva sobre el papel. Pero mi pregunta también era:  —"¿Qué cargo llevará él consigo para querer distraerse o estar también ocupado?"—, eso sólo me dejaba con la intriga de saber más. Y mi amigo no cooperaba, insistía en que yo mismo debía preguntárselo directamente, y no era una mala idea, sólo quería que me lo explicara, aunque sea un poco. He tenido ese pensamiento de investigar por mi cuenta, pero... ¿para qué? Ja, sólo le daría más dificultades y bastantes asuntos a mi vida.

Fascista y yo charlábamos sobre el cargo y el gran poder que podríamos llegar a tener si tenía a Alemania lejos de mi vida, refiriéndome, por supuesto, a estar más atento en mi trabajo y no en mi hijo. Él ahora estaba en su colegio, he recibido constantes críticas viniendo de sus maestras, diciéndome que su comportamiento cambió bastante, pero sabía que sólo era uno de sus tantos berrinches, yo no podía ni tengo el poder de avanzar y retroceder en el tiempo, o quizás congelarlo, para que ese chiquillo viniese lo más rápido a esta tierra.

La conversación con mi amigo era más motivacional que antes, lo cual era agradable, en vez de estar preocupado o estresado. En ello, habían tocado la puerta de la casa de Fascista, fueron tres golpes bastante rápidos. Él pareció reconocerlos, en cambio yo no. Me quedé en la sala esperando su regreso. Mientras que, en la otra habitación se oía la voz de otra persona, más precisamente de un chico, parecía estar bastante alegre y algo emocionado, ¿será...?

Cuando vi a Fascista de nuevo, detrás y al lado de él había un chico, se notaba estar alegre. Su cabello era rubio y algo ondulado, parecía tener la melena de un león, su estatura era más baja que la de mi amigo, su piel… era casi como la de un mestizo, solo que un poco más clara, sus labios eran… un tanto rojos. Vi a ese joven desde la cabeza hasta los pies, como si de mi presa se tratara, pero aquí no soy ningún animal y quizás él tampoco lo sea. Sus ojos también tenían un extraño símbolo, eran como si fueran...

Fascista y él se aproximaron un poco más hacia la mesa, era lo único que se nos interponía en ese entonces. En ningún momento abandoné los ojos de ese chico, parecían ser de color ambar, casi como la miel, y quizás lo era. Y luego, mi amigo me sacó de mi trance al hablarme.

Cuando el amor manda (Argentina x Third Reich)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora