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‧₊˚✧⌗ Pilar.
14:09p.m
𝗘𝗡 𝗘𝗦𝗧𝗘 𝗠𝗢𝗠𝗘𝗡𝗧𝗢, 𝗖𝗢𝗡 𝗧𝗢𝗗𝗢𝗦 𝗟𝗢𝗦 chicos nos encontrábamos pasando el verano en Mar del Plata, una cuidad hermosa que queríamos conocer hace mucho. Íbamos dos semanas acá y todo me encantaba, sus playas, sus lugares, su costa. Con Simón siempre nos escapamos del hotel en el que nos estamos quedando para ver los atardeceres en la costa y tomar mates con medialunas. A veces también los amaneceres, que eran divinos.
Gio, ya tenía cuatro meses. No sé en qué momento creció tan rápido, fue ayer cuando lo tuve por primera vez en mis brazos y era una pulguita. Mientras que iba creciendo, se iba pareciendo más a Matías. Pobre Male, lo tuvo nueve meses en la panza para que la cría se termine pareciendo al pitufo del padre.
Por otro lado, con Simón íbamos más que bien, muy bien la verdad. Cada día aprendemos algo del otro, sabemos llevar los malos momentos y disfrutamos del otro. Tenemos una relación hermosa que nunca llegue a imaginar que íbamos a tener, me hace la persona más feliz y le agradezco tanto por enseñarme amar de una manera tan sana. Ya íbamos un año, no me pregunten en qué momento porque ni yo sé.
Ahora estamos pasando el día en la playa. Hace dos días llegó Fran, el mejor amigo de Simón, a pasar una semana con nosotros y después se volvía a Buenos Aires. Nosotros a fines de enero volvíamos a BA.
──¡Pili, pasa la pelota! ─me grita Lain─
──¡Sacamelo a Pipe entonces! ──
Estábamos jugando a la pelota y yo no era tan buena que digamos. Pipe me estaba marcando y no sabía para dónde mandar la pelota, hasta que aparece Blas y con todas sus fuerzas lo corre al castaño, yo sin pensarlo le paso la pelota a Lain que estaba re gede con que le haga un pase y corre, anotando un gol.
──¡GOOOL! ¡Vamos! ─festeja Lain─
──¡No se vale! ─bufa Pipe─
──Ya me cansé, nos están rompiendo el orto ─exclama Jero enojado y se va de la mini canchita que armamos en la arena yendose a dónde estaban los demás─
──Diez a uno, ¿cómo quedaron? ─Juani les dice a los del equipo contrario entre risas burlonas─
──Cerra el orto, Juan Ignacio. Casi me rompes el tobillo ─dice Matías adolorido, ya que el ruludo no dejaba de matearlo cuando agarraba la pelota─
──Yo me voy a buscar un poco de agua ─digo sin aire y camino hacia donde estaban algunos de los chicos y chicas, otros estaban en el agua─
──¡Tráeme, por fa! ─me grita Della y yo le hago montañita con la mano─
El chico al ver mi reacción, rueda los ojos porque sabía que no le iba a llevar, entonces no le quedaba de otra que venir a buscar conmigo y le pidió a Pau, como si fuera su madre. Me tomó la mitad de la botella y con mi mirada busco a Simón que no lo veía por ningún lado. Hasta que lo veo en la orilla del mar y camino hacia ahí.
