Los Milligan habían decidido adoptar a Nica.
Nica era una joven de mi edad muy bonita, bastante alegre y buena onda.
Cruce un par de palabras cuando visitaba a los niños y me pareció muy amable.
Les dije a los Milligan que iría con ellos, pero mi sueño me ganó, cuando quise despertar ya eran las cinco de la tarde.
— ¿Que carajos? — me frote los ojos y baje.
Busque algo en la alacena para comer y encontré unas oreos, geniaaaal.
Mientras me servía agua sentí un cuerpo detrás del mío. Me giré y vi a Rigel.
— ¿QU-
Su mano tapó mi boca.
— No grites, loca.
— Perdón.
¿Por que carajos no me dijeron que él también vino?
No tenía idea de este oferton 2x1, eh.
Su mano se estiró arriba de mi cabeza para buscar un vaso.
Me tome el atrevimiento de mirarlo. Su piel blanquecina con pecas en ella. Sus pestañas alargadas pero no tan arqueadas.
Sus casi negros ojos como la oscuridad, sus pupilas dilatadas.
Su nariz respingada.
Y por último, sus labios.
Su arco de cupido formaba un corazón.
Y sus labios eran más besables que los de Brad Pitt.
Atenea, ¿que carajos pensas?
Sentí mis mejillas arder de solo pensar en sus labios.
— Una foto dura más, ¿sabias?— Dijo el, de engreído.
Yo abrí la boca ofendida tratando de defenderme.
— Aw, hasta te pones rojita de solo verme, no me imagino cuando haga otras cosas— susurro esto ultimo.
— ¿Que dijiste? — pregunté desconcertada.
— No se, yo no repito las cosas.
Su respuesta hizo que me enoje.
— Mira, nene, córrete de mi lugar o te saco yo — dije poniendo mis manos en su pecho.
— No me toques— dijo el.
— Entonces salí de mi espacio personal.
— ¿O que? — dijo el.
En eso escuché pasos en las escaleras.
Con mis manos lo empuje y él se alejo.
Yo seguía colorada por lo reciente.
Al ver a nica bajar la salude y le compartí oreos.
Luego de eso no volví a verlo al tarado de Rigel. Pero mejor era para mi.
A la hora de la comida ayude a Anna y puse la mesa.
— ¿Nea, podes ir a avisarle a los chicos de la comida?
Geniaaal. Mátenme.