|Zorra a la vista|

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Mi dolor de ovarios de había acabado ya. Para mi buena suerte no tenía tantos quehaceres así que me fui al jardín un rato a leer. La nana Kaede fue a una "junta de ancianos", así fue como ella lo describió, y no volvería hasta la tarde.

Sesshomaru tampoco llegaba y Bankotsu y Jacky se fueron a la ciudad a hacer no se qué. Con tal de que ese imbécil estuviera fuera de mi rango de visión era lo mejor.

Me senté bajo la sombra de un árbol en el patio. Estaba bastante alto y no parecía que sus frutos me fueran a caer sobre la cabeza. Grave error, de inmediato me senté y de inmediato el árbol me echaba tirándome sus frutas a la cabeza. Me fui hacia una banca que le daba parte de la sombra y ahí comencé a leer.

Luego de media hora o más de lectura escuché el sonido familiar de un auto llegar a la casa. Giré la cabeza y ví a Sesshomaru llegar junto a una chica  pelinegra, se les veía muy bien. Ella se abrazaba a su brazo mientras le sonreíra y él no hacía nada por apartarla; mucho menos dejaba de mirarla y sonreírle.

Los ignoré por completo y continué leyendo hasta que me acabé medio libro. Decidí ir a buscar un vaso de agua y prepararme algo para comer. Ya tenía hambre y el almuerzo me lo había tragado hace buen rato.

Entré a la cocina, dejé el libro sobre una mesa y busqué agua. Escuché las puertas abrirse y ví a esa chica entrar. Detallé mejor su figura: alta, hermosa, de buenas curvas y muy bien vestida. Sesshomaru le debe haber visto mucho a esta niña.

—¿Tienes alguna botella de agua para mi?. — preguntó. Su voz era ridículamente infantil. Tal vez sólo forzaba su tono para parecer gentil y amable.

—Claro. — saqué una nueva botella de agua y se la entregué.

—Gracias. ¿Trabajas aquí?. Supongo que es demasiado difícil limpiar una casa entera.

—No limpio toda la casa. Sólo el salón de arriba y algunas habitaciones de ese piso.

—Oh... Entiendo. — dejó la botella de agua a un lado. —Te veré luego. Estaré arriba junto a Sesshomaru, bye... — y se va.

"Estaré junto a Sesshomaru, bye" zorra estúpida

¿Kagome, podrías ir a limpiar el pasillo de arriba?.

—Claro, señora Irazue.

Por supuesto que no me apetece subir, y menos a limpiar. Pero debo hacerlo. Agarro unas cosas de limpieza y subo las escaleras. Estando cerca de la habitación de Sesshomaru escucho unos sonidos raros provenientes del interior. Al acercarme más me doy cuenta de que son gemidos femeninos, muy altos y obscenos.

Imaginé que Sesshomaru la había traído para eso, pero que lo hicieran a plena hora del mediodía y con ese volúmen ya es pasarse un poco. Ya que. La polla y la vagina son de ellos, no mía.

Continúo mi recorrido hacia el salón que debo limpiar. Me agacho un poco y paso mis dedos por el suelo; efectivamente estaba muy sucio. Suelto un suspiro y comienzo a limpiar todo el salón.

3:00 PM

Kagome... Era limpiar el salón. No limpiar el salón, tu cuarto, el cuarto de la señora Irazue, los cuartos de huéspedes y limpiar el pasillo frente a la puerta de Sesshomaru queriendo escuchar algo de adentro.... Estas loca...

—Ay... — me quejo del dolor intenso en mi espalda. Dejo caer mi trasero sobre una banqueta alta en la cocina y y suelto un suspiro pesado.

—Limpiaste demasiado. Debiste dejar algo para mañana... — la anciana Kaede me regaña con voz dulce y calmada.

—Lo sé, lo sé... Pero sentí que debía hacerlo hoy... — ella me ofrece un vaso de jugo que gustosa se lo acepto. —Gracias.

Comienzo a beber. Las puertas de la cocina se abren y veo a Sesshomaru entrar sin camiseta, sudado, descalzo y con unos pequeños shorts para entrenar. Casi escupo el jugo por la nariz al mirar más hacia abajo y hallar "eso" erecto. Simplemente me quedé sin palabras.

—Por dios. Parece que corriste una maratón. — la anciana Kaede lo recibe con una sonrisa. Él pasa a un lado mío y va hacia la nevera. —Te ves cansado.

—Lo estoy. Llevaré a Yumeko hacia el hotel y volveré rápido. ¿La cena ya está?. — dice, destapa la botella y comienza a beber.

—No. No siquiera es momento para prepararla. Pero puedo hacerte un helado casero que estará listo en cuanto llegues.

Levanto mi cara y veo hacia el peliblanco que está a metros de mí. Su espalda permanece sudada con los músculos contraídos. Bajé mis ojos hasta sus caderas y ahí hallé algo que no debía: el inicio de su trasero. Se le notaba que no traía ropa interior, y si traía le quedaba muy pequeña. Al menos lograba ver parte de sus glúteos.

—Suena bien. Me iré a cambiar. — volvió a irse sin darme alguna mirada o palabra. Más bien creo que ni me vio.

—Ese muchachito se divierte muy bien. ¿Has tenido novios, Kagome?.

Ante la pregunta de la anciana me vuelvo muy roja. Juego con el popote que yace en mi vaso vacío y miro hacia la fuente de frutas que hay frente a mí.

—Sólo uno.. Pero no llegamos a hacerlo...

—Oh... Deberías coger tus días libres y salir a alguna fiesta. En esta ciudad hay muchos chicos guapos.

—No conozco algún lugar para eso... Y no tengo tantos amigos.

—Los chicos del otro día se veían muy a gusto contigo. Y Miroku es dueño de un bar nocturno muy popular aquí. Podrías hablarlo con ellos, tal vez ya tengan planes para salir...

—Eso haré. Vendré más tarde, adiós...

Salgo de la cocina y comienzo a teclear sobre el teclado un mensaje hacia Sango. Selecciono las palabras correctas y verifico que esté todo bien antes de enviarlo. Luego de unos 5 minutos ella me responde.

Estuvimos hablando durante un rato hasta que Sango deja de contestarme. Pocos segundos después recibo la notificación de ser agregada a un grupo "✨Loco Lugar✨", así se llamaba. Entro al chat y de inmediato comienzan a entrar mensajes.

Termino con una gran sonrisa al leer los tantos comentarios que se envían entre ellos. No puedo evitar integrarme a la conversación e informarme más sobre las cosas que haces. Al final todos estamos de acuerdo en salir el sábado al bar que tanto mencionaba Inuyasha.

Dejo mi celular a un lado y voy hacia mi habitación otra vez. Me dejo caer sobre la cama y sonrío muy feliz.

Si no fuera por la llegada de esa Yumeko a la casa, el día para mi hubiese estado de maravilla.

Continuará...

Conviviendo Entre VampirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora