「 ᴛʜʀᴇᴇ 」

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Era difícil encontrar las palabras adecuadas que pudieran simplificar con facilidad y eficacia lo que los Karmalienses se encontraban presenciando.

Se mostraba como un descontrol total.

Todo lo que miraban era caos.

A su alrededor, vieran por dónde vieran; eran fuertes alaridos descontrolados, eran quejas que rebotaban de un rincón a otro, eran insultos soldados al aire, eran flechas en llamas volando por la sala y eran ventanas rotas por ladrillos. Luzu, quien presenciaba todo ello, no terminaba por comprender, ¿A qué se debía el escándalo? Por ellos, no, seguro, pues ni siquiera les dieron la oportunidad de presentarse, los Karmalienses (para parte importante de ese pueblo) seguían siendo completos desconocidos; y estaba casi seguro de que, ni siquiera, se habían tomado la molestia de notar su presencia.

Fue entre todo ese escándalo, que una pequeña sensación lo hicieron realizar un movimiento 𝑖𝑛𝑣𝑜𝑙𝑢𝑛𝑡𝑎𝑟𝑖𝑜, por lo que su mirada giro en dirección de Auron. Quizás ello se deba a que al verlo, logra comprender por lo que puede estar pasando; sabe que nunca antes estuvo en la situación, sin embargo, es por Vegetta que conoce lo que significa estar ahí. Fue sencillo percibir la barrera invisible que evitaba la sencilla convivencia entre el moreno y el resto de los guerreros, su voz nunca podra llegar a ellos.

─ Chicos, por favor... ─Lo escucho decir, cayendo poco a poco en la derrota.

Se miraba acabado, totalmente acostumbrado a ese tipo de acciones, sin embargo, desesperado por no poder hacer nada. Luzu sentía que, si antes no podia comprender en como Vegetta tenía que pasar por mucho al tener que soportar a siete (incontrolables) guerreros bajo su cargo; ahora, viendo a Auron y todo por lo que tenía que pasar al liderar a más de treinta pueblerinos, con todas sus guerras y diferencias internas, hacían ver a los Karmalienses como un mal chiste.

¿Qué cosa podría cambiar un total desconocido?

Era mas fácil decir, que hacer la acción; y ahora mismo, ese era el ejemplo perfecto para la frase.

Si intentaba realizar algún movimiento a favor del moreno, ¿Qué le aseguraba que fuera a cambiar algo? Si hablaba, ¿Quién se tomaría el tiempo para escucharlo? Tenían más de media hora parados delante de todas esas personas y ni uno solo se había detenido para preguntar quienes eran ellos. Miro a Auron y a todos los Tortillalienses, uno y después a otros, más no encontraba algo que aportar al descontrol. Observo a sus propios compañeros, a los que se veían incómodos, estaba claro que nadie esperaba tal bienvenida.

Él realmente, quisiera poder ser de ayuda, otorgarle una mano amiga al moreno, pero no habia forma de que eso funcionara; por qué, primeramente, no parecía ser alguien de vital importancia entre todo ese cúmulo de gente y su presencia era nula; segundo, los guerreros del Pueblo Uno, mismos que antes se habían presentado ante sus compañeros y él, se encontraban más entretenidos en otras cosas como para prestarles atención, y el resto, ni los conocían.

Suspiro inconscientemente.

Mientras se encontraba cerrando los ojos, pensando en alguna solución a dicho conflicto, las miles de voces en la sala no paraban de escucharse. Sus oidos solo retumbaban de quejas y más quejas; quejas hacia Auron y su terrible liderazgo en Tortillaland, reclamos hacia el Pueblo Uno y su indiferencia con las otras divisiones del Pueblo. Su concentración caía a la borda con todos aquellos gritos, voces desconocidas y recién conocidas que discutían entre si, nombres que ni siquiera había escuchado antes ahí eran nombrados e insultos en diferentes idiomas eran soltados. Escuchaba como 𝐶𝑟𝑖𝑠𝑡𝑖𝑛𝑖𝑛𝑖 alardeaba en contra de Auron, como 𝐺𝑟𝑒𝑓 y 𝐺𝑒𝑚𝑖𝑛𝑖𝑠 insultaban la indiferencia del Pueblo Uno ante su situación.

Dᴇ Nᴜᴇᴠᴏ Cᴏɴᴛɪɢᴏ [Tᴏʀᴛɪʟʟᴀʟᴀɴᴅ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora