Conflictos

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Los días se deslizaban con lentitud desde la trágica muerte de Bridgette. A pesar de los esfuerzos del grupo, los demás campistas seguían desaparecidos. Mientras tanto, en lo más profundo del bosque, Harold, Leshawna y Courtney se encontraban inmersos en una acalorada discusión. Parecía que estaban al borde de dejar a Harold a su suerte.

—Courtney, ¡No puedes hacerme esto! ¡Me necesitan aquí! —gritó Harold, tratando de mantener la compostura, aunque su voz revelaba su creciente exaltación.

—Lo siento, Harold, pero ya no eres útil para nosotros. Necesitamos avanzar y no podemos permitirnos llevar lastre. —respondió Courtney con frialdad, su tono dejaba en claro que no había espacio para la negociación. Harold regresó junto a Leshawna, visiblemente molesto por la situación. Miró a Courtney con incredulidad y disgusto.

—¿Cómo puedes permitir que Leshawna se quede? —preguntó Harold, sus ojos reflejando su frustración. Courtney lo miró con una expresión desafiante, sin titubear en su respuesta.

—Porque, en caso de que nos encontremos con un animal hambriento, puedo contar con que se la devoren a ella primero. —dijo Courtney con seguridad, su tono era gélido, aunque el comentario no le cayó nada bien a Leshawna, quien apretó los puños, pero decidió no responder para evitar empeorar las cosas.

—Eres una idiota. Cometiste un gran error al dejarme aquí —dijo Harold con firmeza, su tono cargado de indignación. Courtney le devolvió la mirada con determinación, sin mostrarse afectada por el reproche de Harold.

—Tú también cometiste un error al abandonar a Duncan en el bosque —replicó Courtney, dejando a Harold momentáneamente sin palabras ante la verdad cruda de sus palabras. Dejó escapar un pequeño grito de frustración mientras Courtney y Leshawna se alejaban. Nada estaba resultando como lo había planeado.

Sacó un pequeño espejo de su bolsillo y comenzó a arreglarse, pero se veía ridículo. Nada parecía valer la pena en ese lugar desolado. Se observó en el espejo, tratando de arreglarse lo mejor posible, pero los esfuerzos parecían inútiles. Por un momento, se miró a sí mismo con expresión de determinación, como si tratara de convencerse de algo.

—No las necesitas. Puedes hacerlo solo —Se dijo a sí mismo en voz alta, tratando de infundirse confianza. Siempre se había arreglado solo, y esta vez no sería diferente—. No tienes miedo de esto. Deberían tener miedo de ti. Puedes manejarlo. Puedes pasar esto tranquilamente —se repetía a sí mismo con determinación.

Justo cuando pronunció esas palabras finales, sintió unas manos desconocidas posarse en su hombro. El contacto lo tomó por sorpresa, y soltó un grito de miedo. Harold respiró profundamente al darse cuenta de que la persona que lo había asustado era Noah. Aunque estaba aliviado de ver a un compañero conocido, aún sentía el latido acelerado de su corazón por la sorpresa inicial. Noah, con una sonrisa en el rostro, parecía disfrutar un poco del susto que le había causado a Harold. 

—¿Noah? —dijo Harold con incredulidad, agarrando la cara de Noah y examinándola como si estuviera asegurándose de que fuera real—. Así te llamabas, ¿cierto? Nunca pensé de estar tan feliz de verte.

—¿Qué te sucede, Harold? Estás actuando un poco extraño. —Noah, un poco desconcertado por el gesto repentino de Harold.

—¿Qué estabas haciendo solo por el bosque? ¿Te has encontrado con alguien más? —Harold arrugó la nariz al percibir un olor peculiar y frunció el ceño—. ¿Te has bañado recientemente? —preguntó directamente, mirando a Noah con una expresión de disgusto. Noah negó con la cabeza.

—No he tenido tiempo. Estuve en la cabaña y luego salí a caminar un poco por el bosque. No ha sido mi prioridad, ya sabes.

Harold rodó los ojos, un poco irritado por la respuesta de Noah.

°IOTS ° Los cliches opuestosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora