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"¿Estás libre?"

Un mensaje de Chuuya en medio de clases, eso era inusual.

"Por supuesto" le respondió aún cuando su clase estaba comenzando.

"Ven al lugar de siempre"

Dazai miró a su alrededor; aún no llegaba la profesora, así que podía irse tranquilamente, aunque de haber estado igual se habría ido, solo que sería más incómodo.

"Voy" le escribió por último, tomando su maleta con libros recién sacados de la biblioteca.

Le parecía extraño recibir señales de vida de su compañero en esos momentos del día cuando usualmente ambos se ignoran hasta que llega la noche e intercambian algunos mensajes. No era común verse en horarios de estudio, y por eso, Dazai pensaba en cuáles serían sus razones para pedirle ir al patio trasero, quizas Chuuya al fin se había dado cuenta de que en realidad estaba enamorado y lo había llamado para declarar sus sentimientos, ¡O mejor aún! ¡Quizás había recapacitado sobre su propuesta de suicidio y ambos tendrían una linda muerte juntos!

No, por supuesto que no, esas opciones eran ridículas y la única razón que podía deducir de forma clara era alguna apuesta planeada que Chuuya estaba por ofrecerle para el fin de semana.

A lo lejos pudo verlo esperando entre dos árboles. Su cabello recogido en una coleta alta lo hacía ver lindo, incluso parecía que le daba algún toque de ternura, pero tal vez eso solo era su imaginación, lo único cierto es que se quedó quieto unos segundos observándolo sostener en sus manos una bolsita de papel y dos botellas de jugo.

Su celular recibió una notificación con el tono personalizado de Chuuya, y supo que ya era momento de acercarse, pues su paciencia no era mucha.

A medida que sus pasos llegaron a oídos del pelirrojo, Nakahara lo miró con una sonrisa. —No te saliste de clase para venir, ¿O si? —cuestionó extendiéndole una botella.

—¿Yo? Jamás haría eso. —contestó aceptando el jugo en sus manos. —No te sientas tan importante, chibi.

—Te traje un sándwich, come.

—¿Me lo estás pidiendo?

—Te lo estoy ordenando.

Dazai recibió la bolsa de papel con el sándwich y más que sentirlo como una amenaza u advertencia, lo tomó como un gesto encantador. —Lo haré más tarde. —sin esperar a que Chuuya dijera algo más, se sentó en el piso acomodándose con las piernas estiradas y sus brazos cruzados detrás de la cabeza recargándose contra uno de los árboles.

Chuuya lo miró imitando su acción al sentarse contra el otro árbol cruzando las piernas y apoyándose en sus rodillas. Quería decir algo, quería preguntarle si estaba bien o si necesitaba algo. Esa semana no estuvieron mucho en contacto, y no era extraño, pero desde la última vez en casa de Osamu, sabía que su habitual distancia podría volverse incómoda, y lo último que quería era alejarse.

—Oye. —llamó su atención comenzando a jugar con una ramita del piso. —Hay... un apostador en el casino que quiere jugar con nosotros, sería una apuesta doble porque él planea llevar un acompañante para hacerlo justo, ¿Qué dices? No me parece mal.

Tal como había pensado, se trataba de una apuesta. Dazai guardó silencio como si estuviera reflexionando algo hasta que alzó la vista y sus ojos se conectaron a los de Chuuya. —¿Cuándo?

—Aún no establecemos eso, pero ¿Qué te parece la próxima semana?

—Bien. —asintió, en realidad, no estaba de buen humor para el casino.

Apuestas || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora