El comienzo de un ¿para siempre?

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El viento soplaba en mi cara, el aroma a primavera inundaba mi nariz y el prado por el cual me encontraba caminando era mi escape de todo.

El ruido de la ciudad, el humo de los carros, todas las expectativas impuestas por la sociedad.

Aquí podía ser yo, donde lo conocí.

Caminando por el prado lleno de flores, mientras mi vestido rozaba mis tobillos, este era mi momento de volver.

Volver a recordarlo.

Me acosté en medio de las flores y cerré mis ojos, tratando de escuchar o mejor dicho recordar el sonido tan suave de su voz.

Pero mi momento de felicidad no duró mucho cuando mi hermano interrumpió.

-Tiana, tenemos que irnos- menciono el ya nombrado.

A veces solía ser algo pesado.

-Tiago, solo cinco minutos mas- le pedí - todavía no estoy lista.

-Tiana, es tu primer día en la universidad- recordó - vas a llegar tarde si sigues asi- me regaño está vez.

Mi peor pesadilla vuelta realidad.

Hoy entraba a la universidad y se supone que tenía que llegar temprano para el recorrido, pero no me quería ir de aquí.

No cuando aún quería recordar aquellos momentos en los cuales fui feliz.

-Tiago, en serio tengo que ir?- hice una pregunta muy estúpida a mi parecer, era obvio que debía ir.

-Tiana, no de nuevo- se froto la cien con frustración - es lo mejor para ti, en serio necesitas crecer, no siempre voy a estar ahí para ti-eso dolió.

Pero era la verdad, una que no quería aceptar. Mi hermano tenía una vida, una novia, y un hijo el cual criar. Ya no estaba para estar pendiente de una niña berrinchuda.

¿Pero que más podía hacer?

Él era lo único que tenía, era lo único que conocía.

No me sentía lista para estar sola. No sin él.

Me levanté y camine hasta llegar a su lado, levanté mi vista y mire sus ojos color miel, que me miraban con nostalgia.

-Te voy a extrañar- dije para abrazarlo.

-Y yo a ti pequeño renacuajo - dijo para responder a mi abrazo.

Que apodo más horrible.

Después de terminar nuestro momento emotivo, nos encaminamos a la camioneta rumbo hacia mi nueva vida solitaria, sin el apoyo de la única persona que me escucha y me entiende de verdad.

Al acomodarme en el asiento mire por el retrovisor el campo que dejaba atrás entre los árboles.

Voy a extrañar venir todos los días y contemplar la simple vista de las flores a mi alrededor.

En todo el viaje no dijimos ni una palabra, no eran necesarias, sabíamos como nos sentíamos, al igual que él sabia que necesitaba silencio para poder procesar todo este cambio.

Y entre el silencio del viaje después de una hora ya estábamos frente a la estructura de bloques y cemento que sería mi mayor perdición.

-No mires la universidad como si te fuera a matar- me dijo mi hermano.

-Pero es la verdad Tiago - reproche - no conozco a nadie.

-Aqui encontrarás amigos- me miró con cariño- solo tómatelo con calma, ¿quieres?- lo único que pude hacer fue asentir para bajarme del carro.

Mi Pequeña Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora