El recuerdo de una promesa

7 2 0
                                    

El reencuentro emotivo y emocionante que tuve con Bastian, o como yo lo conocía grisly,  fue algo que nunca pensé que sucederia de verdad. Por muchos años soñé con volverlo a ver, o simplemente saber si estaba bien.

Pero ahora tenerlo aquí, frente a mi. Saber que desde un principio me reconoció y por eso me molestaba, que por esa razón se me pegaba como chicle.

Y pensar que trate de evitarlo, que no quería estar cerca de él por mis traumas, que intente alejarme por todos los medios en estas dos semanas. Las cuales fueron las más locas en mis diecinueve años de vida.

Es que si me pongo a contar todo lo que pasó en estas dos semanas escribiría un libro entero, fue demasiado intenso como para describirlo en unas simples palabras.

Ya estaba aceptando el echo de que los demonios de Tasmania, fueran mis amigos, o si quiera que no me habían evitado cuál rarita por no haberles respondido durante dos semanas enteras, en las cuales me arrastraron a todos los desastre que hacían.

Es mucho más increíble saber que mi ahora amigo, también es aquel niño del cual nunca me habia podido olvidar, aquel niño que fue mi salva vidas en aquella noche tan fría y oscura para mí.

Ese niño revoltoso que salió de enmedio de los arbustos, con su cabello negro y espeso revuelto, con sus ojos negros como la noche con un brillo que nunca había visto en mi vida, estaba sucio, desaliñado tanto así que me dió la impresión que parecía un oso grisly.

Al principio me asusté pero después cuando lo ví bien, me sonrió y el temor que pude a llegar a sentir se fue. Solo quedamos él y yo, en medio de ese inmenso prado.

Él fue una gran ayuda en la semana que la que nos encontramos en aquel prado durante aquellos días.

Las tardes que pasábamos observando las flores creciendo y corriendo como locos mientras nos reíamos en medio del prado, solo él y yo.

Y dirán que es algo loco, que como se supone que nos vamos a tener tanto cariño en tan poco tiempo. Pero yo digo que si se puede, hay personas que marcan nuestras vidas en tan poco tiempo, incluso en un día.

Él marco mi vida de una menera en la que no tiene idea, fue algo fugas, pero duradero. No sé si yo marque la de él, pero me alegra saber que me tiene el mismo aprecio y varlor, como se lo tengo a él.

Quiero preguntarle tantas cosas, contarle tantas, saber de él, cómo ha estado todos estos años, y la razón por la que no volvio a la pradera.

–Tiana, quieres lo mismo de siempre?– me pregunto Bastian al ya estar pidiendo nuestra orden en la cafetería a la que habíamos entrado, el paseo por el museo había quedado para después.

Habían demasiadas cosas por hablar.

–Si– le dije por lo bajo solo para que sus oidos lo captarán.

Asintió ante mi respuesta y pido su capuchino, y pidió mi latte, más dos rebanadas de pastel de chocolate.

–Serian treinta y cinco con tres centavos – le dijo la cajera a Bastian mientras le hacía ojitos.

Siempre es lo mismo, a donde sea que vallamos se le quedan mirando a Bastian.

Bastian saca el dinero y se lo da, la chica aprovecha para tomarle la mano a Bastian en la acción de tomar el dinero y lo mira directo a los ojos.

La chica termina de tomar el dinero y le da la factura a Bastian con nuestra orden, mientras seguía mirándolo como gata en celo.

Dios.

–Vamos estellina–me dice Bastian mientras me guía a una mesa para sentarnos.

La mirada de la chica al ver como me llamo Bastian fue para reírse, se sentía rabia emanar de su mirada y está iba dirigida hacia mi.

Mi Pequeña Estrella.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora